El asesor colegiado Kovaliov solía decirle mientras lo afeitaba: «Siempre te apestan las manos, Iván Yákovlevich.» A lo que Iván Yákovlevich contestaba preguntando a su vez: «¿Y por qué han de apestarme?» El asesor colegiado insistía: «No lo sé, hombre; pero te apestan.» Por lo cual, y después de aspirar una toma de rapé, Iván Yákovlevich le aplicaba el jabón a grandes brochazos en las mejillas, debajo de la nariz, detrás de las orejas, en el cuello… Donde se le antojaba, vamos.

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El reportro(2)xx
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POESÍAS COMPLETAS (1899-1917) SOLEDADES I EL VIAJERO Está en la sala familiar, sombría, y entre nosotros, el querido hermano que en el sueño infantil de un claro día vimos partir hacia un país lejano.

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La Piel de Zapa Honorato de Balzac INDICE I -          EL TALISMÁN II -         LA MUJER SIN CORAZON III -    LA AGONIA EPILOGO I EL TALISMÁN Hacia fines del mes de octubre último, entró un joven en el Palacio Real, en el momento en que se abrían las casas de juego, conforme a la ley que protege una pasión esencialmente imponible.

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Nada en el mundo físico anunció el sentido  de aquella revelación; pero ayer, mientras leía a Borges —lejos del mar y las murallas y tu rostro y el polvo— pensé de un modo diferente esa humana tristeza y la serenidad y el oro de una página.

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El domingo siguiente ella iría a conducir con él, y entonces discuti- rían más a fondo todas estas cuestiones.Al volver a casa en el faetón justo antes del amanecer, cuando las prime- ras abejas zumbaban y la luna que se desvanecía brillaba en el fresco rocío, Benjamin supo vagamente que su padre estaba discutiendo sobre temas de ferretería al por mayor.

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Los faros Rubens, río de olvido, jardín de la pereza, Almohada de carne fresca donde no se puede amar, Pero donde la vida afluye y se agita sin cesar, Como el aire en el cielo y la mar en el mar; Leonardo da Vinci, espejo profundo y sombrío,  Donde los ángeles encantadores, con dulce sonrisa Toda llena de misterio, aparecen en la sombra De los ventisqueros y los pinos que cierran su paisaje; Rembrandt, triste hospital lleno de murmullos,  Y por un gran crucifijo decorado solamente, Donde la plegaria llorosa se exhala de las inmundicias,  Y de un rayo invernal atravesado bruscamente; Miguel Ángel, lugar impreciso do vénse los Hércules  Mezclarse a los Cristos, y elevarse muy erguidos Fantasmas pujantes que en los crepúsculos Desgarran su sudario estirando sus dedos; Cóleras de boxeador, impudicias de fauno, Tú que supiste recoger la belleza de los granujas, Gran corazón henchido de orgullo, hombre débil y amarillo, Puget, melancólico emperador de los forzados; Watteau, este carnaval en el que no pocos corazones ilustres, Como mariposas, flotan relucientes, Decoraciones frescas y leves iluminadas por lámparas Que vierten la locura en este baile vertiginoso; Goya, pesadilla llena de cosas desconocidas, Fetos que se hacen cocer en medio de los sabats, Viejas ante el espejo y niñas todas desnudas, Para tentar los demonios ajustando bien sus medias; Delacroix, lago de sangre obsedido por malvados ángeles, Sombreado por un bosque de pinos siempre verde, Donde, bajo un cielo triste, fanfarrias extrañas Pasan, cual un suspiro ahogado de Weber; ¡Estas maldiciones, estas blasfemias, estos lamentos, Estos éxtasis, estos gritos, estos llantos, estos Te Deum, Son un eco repetido por mil laberintos; Es para los corazones mortales un divino opio!

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Sorprendido el emperador por lo sucedido, supo al final la historia y perdonó al esclavo y liberó en la foresta al león.

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Todo aquel día inolvidable y toda aquella noche estuve urdiendo en mi mente los sueños más fantásticos: soñaba en cómo reorganizaría nuestra vida, en los vestidos que pondrían a los niños, en la tranquilidad que iba a tener mi esposa, en que arrancaría a mi hija de la vida de oprobio que llevaba y la restituiría al seno de la familia… Y todavía soñé muchas cosas más… Pero he aquí, caballero —y Marmeladof se estremeció de súbito, levantó la cabeza y miró fijamente a su interlocutor—, he aquí que al mismo día siguiente a aquel en que acaricié todos estos sueños (de esto hace exactamente cinco días), por la noche, inventé una mentira y, como un ladrón nocturno, robé la llave del baúl de Catalina Ivanovna y me apoderé del resto del dinero que le había entregado.

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Fue allí en consecuencia donde, ante la inminencia del peligro y presidido por la víbora de cascabel, se reunió el Congreso de las Víboras.

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Delante de su Toy ota le tendió la mano a la investigadora, sonriendo (hacía unos segundos que preveía hacer ese gesto, acompañar el apretón de una sonrisa, y se preparaba mentalmente).

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EL PROCESO FRANK KAFKA El Proceso (2024).

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