«Post-literatura[1]»: introducción a la mutación de la literatura después de la literatura.

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«Post-literatura[1]»: introducción a la mutación de la literatura después de la literatura

Proyecto de Investigación«Fractales: Estrategias para la fragmentación en la narrativa española del siglo XXI»


Por «post-literatura» convendría entender entonces aquel arte verbal representativo de principios del siglo xxi que es resultado de una transformación estética de los rasgos esenciales y genéricos de la escritura.11 En otras palabras, un arte  verbal fruto de aquella mutación genética de una literatura que, sin encajar con la definición moderna de lo literario —por superarla y desbordarla como se intentará evidenciar más adelante—, no deja de presentar por ello atributos que seguimos identificando estrictamente como literarios. Una literatura, he aquí la paradoja, que sin dejar de ser literatura, irremediablemente, ha dejado o está dejando de serlo. La literatura después de la literatura que, en suma, vendría a sucederla tras el fin teórico del concepto literario como designación canónica del arte verbal en la modernidad.

Obras imposibles para la década de 1960 como Cent Mille Milliards de Poèmes de Raymond Queneau, Mobile de Michel Butor, Lens de Frank Kuenstler, La caída del avión en terreno baldío de José Luis Castillejo o Último round de Julio Cortázar suponen los referentes ineludibles para la eclosión en las últimas décadas de obras conceptualistas y neovanguardistas: Naturgemäß de Marianne Fritz, 253 de Geoff Ryman, Le Post-exotisme en dix leçons, leçon onze de Antoine Volodine, House of Leaves de Mark Danielewski, Otro de Robert Juan-Cantavella, Honkaku Shōsetsu de Minae Mizumura, This Window Makes Me Feel de Robert Fitterman, Nets de Jen Bervin, El Martín Fierro ordenado alfabéticamente de Pablo Katchadjian, Tragodía de Vanessa Place, Tree of Codes de Jonathan Safran Foer, Meditaciones sobre la revolución de Belén Gache, Crónica de viaje de Jorge Carrión o Theory de Kenneth Goldsmith.

Así pues, conviene distinguir entre una literatura débil y un arte verbal cuya ontología es débil. La diferencia es sutil pero decisiva: una ontología literaria débil no tiene por qué ir en detrimento de la calidad artística y estética de la obra de arte verbal; si bien el arte verbal «post-literario» puede ser y es confundido como una forma de literatura débil —he aquí la principal problemática que conlleva como veremos más adelante—. Sentaría las bases de una forma de arte verbal diferencial y post-autónoma, minoritaria y de difícil comprensión, que a efectos prácticos acaba por desplazarse del centro de gravedad literario y confundirse con una literatura fungible, liviana, superficial, débil, como la que determina la mayoría de best-sellers, en especial cuando estas «post-literaturas» son contempladas desde los presupuestos y categorías fuertes de la teoría literaria moderna. De hecho, nos encontraríamos en cambio ante una modalidad de escritura fuerte observada desde una teoría que se ajustase mejor a la ontología débil «post-literaria», por considerar el fragmentarismo, la reticularidad y la fractalidad, la hibridación y el apropiacionismo como valores estéticos de primer orden.



[1] Este trabajo se ha realizado en el marco de las actividades del Proyecto de Investigación «Fractales.Estrategias para la fragmentación en la narrativa española del siglo xxi» (PID2019-104215GBI00), financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación.

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