Es un tema peludo, ferviente, terreno virgen, todavía con himen de discusión entreverados escribidores y académicos, porque no tienen la certeza límpida de apostillar la identificación estilo CIA la corruptonia de las letras catrachas. Empiladas y exacerbadas influencias que tienen la huella de perro pitbull de Kristeva y del molino de viento de Gerard Genette que bautizó sin pila al plagio con seudónimo de Intertextualidad, y se abrió la vaina de expresar que todo texto es ocurrencia de un texto anterior, semejantes sandeces teóricas que hicieron fue ahondar y estimular el copismo y orillar en algún porcentaje la autenticidad. Plagio, copia sublime de remedar en mayor grado el autor que uno alaba a diestra y siniestra, o imitación que resulta de la aceptación filial y grupera de seguir como gato casero la admiración de un equis autor. Aunque, los defensores de la influencia, siguen con sus trenzas académicas haciendo zancadillas a los que venimos lanzando los dados contra la orgásmica tendencia de seguir apoderándose del estilo de Neruda, sin considerar los que usan boina, o los que a la sombra de Sabines se han hueviado versos haciendo prótesis de piernas y manos a los versos, sin saber de la forense y siniestra lectura de algunos topados locos lectores como su servidor, no me darán atol con el dedo, al descubrir a un novelista jovenzuelo con premio nobel local de noveleta remedando la voz de galillo de fama de un escritor galo.
Habría que sintonizar en alta frecuencia hasta que nivel la influencia puede ocultarse cuando un narrador catracho con saco y corbata diplomática abrazó con todas las fuerzas la obra de un autor gringo y de un famoso cubano, considerando que (y) autor ha sido reconocido como el ADN del cuento novedoso, dicha, falacia, estamos en veremos. Existen, una polilla y grulla de académicos que me han puesto stop en no proseguir con mis investigaciones con el oxidado tema que nadie quiere destapa de la olla de Pandora del plagio. Sin temor a equivocarme, sin pelos en la lengua, así como existe un gobierno con funcionarios ladrones, así encontramos las letras catrachas aguijoneadas por escribidores , falsarios, poetas en ristre con máscaras, cuentistas remedones de Borges, y de Rulfo, imitan hasta desgastar la estrategia de la influencia, encubrirla en la intención de alejarse como dice Green(2016) imitación heurística , donde el autor aprendiz o viejo, se va alejando del autor que le ha servido de mapa o de esquema, para tener en las chiches de egolatrías la leche de superarlo . Plagio, forma de salvación de escritores con auto titulación de académicos que difieren de ser los ponderados dioses de papel, hay que sacar los trapos al sol, o lavar los trapos en casa, hay que hacer una asepsia científica a la poesía catracha y a la literatura hondureña en general. Seguir descubriendo con ojo de búho y mirada de pájaro, los entuertos, la literatura negra, las falsas intertextualidades. No niego, que se puedan desarrollar cualquier cantidad de estrategias escriturales que los mismos teóricos han ido planteando, con mesura y prudencia. Hay que tomar, el camino a la perfección, a la originalidad, lógico, siempre con el empuje del autor admirado. Sin menoscabo de la lengua malsana de furtivos escribidores, que no querrán salir en el libro (plagiasis, el plagio en Honduras) , siento, la parálisis fecal, la diarrea intelectual, el psicoterror estético, la brincadera de burros embramados de poetas en todos los puntos cardinales, Plagiasis, es la lista de Schindler de la corruptonia, de la influencia plagiaria, es la endoscopia de los copiadores de cebollas y palimpsestos , sin menoscabo, a las pruebas científicas nos remitimos, hasta una prueba de SIDA intelectual se podrán hacer, las letras catrachas ya días esta etiológicamente padeciendo del síndrome de la teoría que el lector es el verdadero autor, en sus adentros , eso sigue siendo una falsedad, la obra sigue siendo de uno, abajo las sociologías de Scarpit, o Lukács, Goldman, con sus homologías de cacas colectivas y sus visiones del mundo, nosotros mismos somos necesarios para ser originales, para ser acaparador del mundo, de la cultura, pero con la certeza y cuidado, de no cambiar ni robar el argumento de otro autor. Valga la redundancia, cuando se cita o se parafrasea, entonces, hablamos de influencia e intertextualidad admisible y legal, cuando, tomamos ideas y las disfrazamos como de nosotros, estamos en la posición política de los que nos gobiernan.
He dicho caso abierto.
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