Jonás de Melvin Salgado, una novela totalmente acertada, desde el lenguaje y desde las técnicas contemporáneas narrativas que supera a la novela "Alcaravan que se duerme" de Cesar Lazo.
Dino Dinozetti
Critico literario
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Por eso el mundo es lo que percibimos (Mearleau-Ponty) y es la totalidad de los hechos, no de las cosas (Wittgenstein). El mundo no es lo que el sujeto piensa, si no lo que vive; es un abrirse al mundo inagotable, fundando lo posible en lo real, sin ambiciones de poseerlo (Positivismo fenomenológico). Por otro lado, el mundo viene determinado por (todos), los hechos y no podemos entrar en relación con él más que con significaciones, dice el (Positivismo lógico). Considerando que el mundo moderno es entonces una descomposición del mundo, una percepción reducida de los hechos que no se agota cuando le doy significado. Vivir en el mundo moderno significa para mí la suma de errores que cometemos al representarnos lógicamente, en un pretendido modo omni – cognoscente, la naturaleza.
Con ello me refiero a que todo intento de significar la totalidad de los hechos es un acto fallido (Freud), una reducción (Fenomenología) o una aproximación (Positivismo lógico).
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Alcaraván que se duerme de Cesar Lazo, es un texto poco trabajado a nivel onomasiológico y semántico, porque se evidencia el abuso de reiteraciones e intermitencias de ideosemas que le restan valor al aspecto estético, sin dar mano a la sinonimia y los cohipónimos.
La escasa conciencia literaria nos hace notar que Lazo, por venir de ciertas ideologías, hace consistente su apego ideológico, aunque Althusser, está de acuerdo que una obra literaria contenga su lucha de clases, al igual que Lucien Goldman, cuando se refiere a homología, perfectamente desde una visión marxista, crea a un personaje problemático. Aunque por otro lado, sus pecadillos narrativos que se convierten en grandes desaciertos, porque la respectiva novela no tiene el alcance narrativo con respecto a la elaboración estilística de Melvin Salgado en la novela Jonás. En el siguiente párrafo mostramos las debilidades, que reflejan el pastiche, enunciados usados, el abuso de la cotidianidad, y la preponderancia del nivel denotativo sobre el nivel connotativo.
“Vos ya estás viejo para que andes metido en esas cosas -me dijo. Pero no quise ponerle atención, ni siquiera recuerdo que le contesté, porque en ese tiempo yo tenía el espíritu de un joven de veinte años y seguía pensando que el mundo nos pertenece; para mí era un deber luchar para recuperarlo y dárselo a los pobres. La verdad es que nunca pude entender, cuando dijo: “ya estás viejo”. Por eso estoy aquí, mirando ese cielo sin estrellas y sin luna. Y por eso, también, estuve mirando aquel techo durante cinco días con todo y sus noches; fija la mirada en el agujero, la única estrella, mejor dicho: la última que vi, porque, para desgracia, hoy la noche está más obscura que en otros tiempos. No sé por qué siento nostalgia y no puedo olvidar los hilos de luz que de tanto entrar a la fuerza hicieron más grande el agujero del techo”.P.6
El texto anterior se evidencia el uso de muletillas que dejan flojo el enunciado “Vos ya estás viejo para que andes metido en esas cosas -me dijo. Pero no quise ponerle atención, ni siquiera recuerdo que le contesté”, este enunciado nos refiere a lugares comunes, por lo que se traspasa de una poca labor en el afinamiento del lenguaje. En cuanto a la fábula, o la armazón de la narrativa, se introyecta un juego lineal, y de personajes planos, que no evolucionan en toda la novela, sí que se le puede determinar como tal. No logramos tener una percepción estética que nos cause goce; aunque el narrador en primera persona, esta tirado andar para llevarnos a ciertas dimensiones subjetivas; el cariz cotidiano, el arraigo a la realidad, eso es importante en el escritor, aunque eso ya paso de moda en la novela realista, porque las vanguardias superaron la narrativa que apostaba por el reflejo de la realidad, de la mimesis aristotélica. Veamos el párrafo siguiente, su deficiencia estética:
“Digo esto, porque mi vida ha sido vacía. Yo nunca engendré hijos y las mujeres que he tenido fueron de ocasión. Siempre he estado como esa habitación donde estuve encerrado estos últimos cinco días. No padezco de claustrofobia, pero estar encerrado no me hace bien, a pesar de que en este país la vida es un encierro permanente; los últimos días que pase sesionando con el Profesor fueron más duros por el encerramiento, que por el trato que él me dio”.
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El narrador cae de bruces en el monólogo interior, aunque eso no le resta méritos, porque es algo muy espectualizado. En otras palabras, está acorde a la narrativa moderna. En el fondo de “Alcaraván que se duerme”,se olfatea la lucha de las bananeras de una mirada existencial, aunque siempre atascada en la realidad, que esta fotografiada con la pancarta, y eso es lo que hace que el texto sea más un documento con aliento histórico convertido en crónica, nunca en una novela. En cambio, la novela Jonás, de Melvin Salgado, en el fondo acude a temáticas, más reconfortantes que vienen lastradas en la lucha del hombre universal que nos habla Morin; además, de la percepción de espacios fuera del localismo, eso hace que la novela cobre un bagaje estético:
“La impactante "Habitación de la obsesión" presenta una escena aterradora: una habitación oscura cuyas paredes están cubiertas de fotografías y pinturas de una sola persona, una mujer de pelo rojo fuego. A cada fotografía le falta un rasguño o una mancha, como si el artista intentara borrarlo de su mente. En el centro de la habitación, una figura de él mismo, con garras y ojos desorbitados, simbolizaba su desconfianza hacia ella y el dolor que desataba en su interior”.
De antemano, detectamos la plasticidad etopéyica, porque el elemento arabesco se apodera de la superficie del texto y se dispersa hacia la subjetividad del personaje desde una observación fenoménica, según Kayser (1978).
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“Alcaraván que se duerme” de Cesar Lazo, la leí en 2008, en manos del poeta Israel Serrano que escribió un ensayo literario, casi acertado en los planteamientos dirimidos en dicho artículo, aunque, no creo que este texto con intención narrativa, pueda derrotar el tiempo, no queremos ser destructivos ni negativos, ni sesgados, una obra literaria siempre habla por sí misma, sin que nadie meta sus manos al fuego.
En el siguiente enunciado notamos que el narrador nos resulta cansón, con el monologo que dispara hacia un tono casi romántico, e idealizado, entre el amor hacia la mujer y el asunto de haber sido apresado por los aparatos ideológicos del estado, lo que da al texto una suerte de desfase temporal, en documento histórico, repetimos, cesar Lazo, no cuaja como narrador en dicha textualidad.
Siempre puntualizamos, la falta de riqueza lingüística tendría que ver con la cultura, escolaridad del personaje, pues se da a la tarea secuencial de filosofar en una especie de vacío existencial, eso le da un poco de fuerza desde el fondo.
No es necesario que un autor será innovador o experimentador para ser novelista, solamente, que maneje los niveles semasiológicos y glosemáticos del lenguaje, que pondere el punto significativo, que la obra literaria no se quede entrabada en el grado cero de la escritura que nos habla Barthes, ósea que el nivel informativo domine el eje connotativo.
La lengua es la base por la cual se levanta el edificio de toda obra, el espacio semiótico, el lance de dados del fluir connotativo.
Parece que la escritura directa poco elaborada lleva a “Alcaraván que se duerme” de Cesar Lazo, a un punto donde la obra no evoluciona como obra porque es instrumento ideológico. Claro, toda obra debe serlo en la novela realista, aunque en otras tendencias, los escritores obtuvieron distancia, el ideologema se distanció de la estética.
No sé si mañana va a quedarnos tiempo para reír, quizás sí o tal vez el silencio nos estrangule sin provocarnos el dolor de la muerte. No tiene caso hablar de la muerte cuando el amor está dentro, pero muy dentro del pecho. Quizás ni sea amor, pero me obsesiona la idea de morirme sin antes escuchar de tus labios esas palabras mágicas capaz de revivir a cualquier difunto. Esa palabra que tus labios pronuncian cuando te encuentras con Romeo.
Por lo que según Barthes (1978) “Lengua y estilo son fuerzas ciegas; la escritura es un acto de solidaridad histórica. Lengua y estilo son objetos; la escritura es una función: es la relación entre la creación y la sociedad, el lenguaje literario transformado por su destino social, la forma captada en su intención humana y unida así a las grandes crisis de la Historia”. Estamos de acuerdo, que el lenguaje sea parte biográfica del escritor, aunque con menos lecturas, pobreza imaginaria, debilidad ficticia y escases de uso de técnicas narrativas:
Él sí que es afortunado. Yo soy nada más y nada menos, un intruso que merodea tu fuente con un delirio de grandeza, metido entre ceja y ceja. Ese mismo que pasa frente a tu ventana predilecta y dice adiós en vez de decir: “MM te amo”. Ese que ves cada tarde con depresiones constantes y una inestabilidad de carácter incontrolable, porque añora por la noche tu cuerpo frágil, mientras se toma una cerveza en cualquier burdel o vaga por las calles sin rumbo y compone versos cuando la luna se atreve a saltar de tejado en tejado y bailar en la fría calle que se viste de neblina a las tres de la mañana.
El cuadro escénico, refleja una acción diegética que redunda con la realidad, es un evento común y corriente que cualquier puede contar a través de una anécdota. comprendemos al señor Cesar Lazo, fue un combatiente político, y su necesidad expresiva es parte de la libertad de los derechos humanos. Aunque debemos estar conscientes, que su texto narrativo, es una hilera de anécdotas trasladadas en menor medida, al objeto novelesco.
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En cambio, el escritor Melvin Salgado, desconocido en el ambiente literario hondureño, descartado de las grullas y círculos intelec/cuales, ha imbricado su dedicación a la investigación, ejercicio de la narrativa sometido a la crítica destructiva. No expresamos que el señor Lazo, no tenga competencias lingüísticas literarias, sabemos que las posee.
En la novela Jonás, miramos, el manejo de figuras que le proveen fuerza a la narrativa, lo que evidencia una mayor elaboración y conciencia estética:
En ese momento, después de un corto tiempo en el que me sentí hipnotizada pude alejar su mano de mi entrepierna y con gran discreción a la vista de todos le pedí que me dijera algo de su vida. Ella tenía en su mirada algo de intriga por mi contrariada reacción, pero después de un instante se dio cuenta del porque yo le hice esa pregunta. Sin titubear me confesó que ella era psicóloga y que tenía una convivencia con su enamorado que se dedicaba a la pintura, un tal Jonás Sánchez, que para ese momento ya estaba algo pasado de copas y tambaleante solo recostó su cabeza en la mesa y cerró los ojos por un instante.
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Nos referimos de forma ceñida del componente narrativo que nos lleva a una construcción acertada; aunque pensamos que tanto el personaje Donato de Cesar Lazo y Jonás de Melvin Salgado, están en contextos diferentes, el primero discierne de un desenvolvimiento social más apegado a la realidad localista y el segundo, este vertido a la realidad latinoamericana y universal, lo que le eleva el sentido estético; aunque debemos reconocer el esfuerzo narrativo de Lazo. “Alcaraván que se duerme” dilata la lucha de clases, su ideosema, repercute con fuerza en la cadena de acontecimientos que viven los personajes, aunque planos, los lenguajes básicos, el empleo de los narradores, los cambios con alguna precisión, por cierto, en la lectura la novela, nos resulta cansona, aburrida, sin dejar de lado, que la retórica básica que emplea Lazo, es para una escritura colectiva, para gentecillas, como Luis Fallas con Mamita Yunai, o con Prisión Verde de Ramón Amaya Amador; no encontramos más que destellos narrativos sin una armatoste que complique la estructura, de ciertas disipaciones, de recuerdos, monólogos que nos parecen empellados de una herencia narrativa virulenta, expuesta al dominio de la ideología, aunque conforte cierta signicidad. En cambio, en el párrafo de Jonás, se envuelve un trabajo preciosista, metonímico, estético; dar vueltas al signo, la hiperbolizacion, el trabajo técnico de la voz narrativa con efecto rítmico. A pesar de la edad de Melvin Salgado, su dedicación ha sido perseverante, lo mismo que a Cesar Lazo, obtiene madurez en la parte política del enunciado narrativo, y escasa fuerza en el nivel connotativo, lo que ocasiona asimetría, contrario, en Jonás, notamos que la connotación alcanza un nivel de desviación del signo, como lo expresa Lotman, el lenguaje literario, es un lenguaje secundario, donde se levanta el lenguaje natural. Nos place lo que expresa Barthes:
“La escritura no es en modo alguno un instrumento de comunicación, no es la vía abierta por donde sólo pasaría una intención del lenguaje. Es todo un desorden que se desliza a través de la palabra y le da ese ansioso movimiento que lo mantiene en un estado de eterno aplazamiento”.
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No detectamos dinamiza en los pliegues del texto, la narrativa en su diégesis es plana, artificiosa, conmutativa y tradicional, muy asomada a los escritores criollistas, siempre el asunto de la tierra, del poder, de la ideología, del poderoso ante el débil, de la explotación, del torturado, la vieja singladura romántica del revolucionario que ha pasado de moda.
Sucedió con las novelas del salvadoreño Manlio Argueta con El Valle de las Hamacas y Caperucita en la zona roja, ademas de él, Marco Antonio Flores con Adiós muchachos, aunque este último, elabora una experimentación técnica lingüística. Nos remitimos por el contrario, “la escritura es un lenguaje endurecido que vive sobre sí mismo y de ningún modo está encargado de confiar a su propia duración una sucesión móvil de aproximaciones, sino que, por el contrario,debe imponer, en la unidad y la sombra de sus signos, la imagen de una palabra construida mucho antes de ser inventada”. Barthes[1] (p.23). “Alcaraván que se duerme” de Cesar Lazo, a diferencia de Jonás, pregona una conciencia de clase, la escritura marxista es otra, donde el muro de la forma no va a surgir de la ampliación de la retórica ni del poderío de la elocución, sino de una lexía particular, funcional y especial de metáforas severamente codificadas, por el estrato social al que pertenece ele escritor, expresa Barthes. Por ello, no veremos una textualidad orientada a la innovación, no hay intención estética anormal, su objetivo es reflejar en su sintaxis narrativa los acontecimientos políticos de los años “80” en la década de la guerra fría, donde los sujetos con intenciones socialistas fueron objetos de persecución, a pesar, que los personajes son parte del nivel del inventio, pero contienen un mundo posible, el realce del contenido, hacen contrapeso en la novela a nivel lingüístico; por otro lado, la novela en su filogénesis escritural surgió posteriormente a la época histórica que en el fondo el escritor quiere reflejar, quizás para su generación esta novela sea un aporte a las mentalidades y la lucha de clases, tal como se ha ganado el espacio histórico Prisión Verde de Ramón Amaya Amador. Aunque el autor debió proceder a loas fuentes literarias de vanguardia que se están gestando, lógicamente, que esos cambios sociales tenían una hilaridad con las formas literarias, por ello, nuestro estudio comparativo, va más allá de la época, aunque sean autores de momentos diferentes, no pierde vigencia la recursividad, la estilística, la técnica, porque el realismo mágico, y otras tendencias están en sintonía con nuestra literatura, quizás, eso hace original el trabajo narrativo de Cesar Lazo.
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Por otro lado, Jonás, es una novela polifónica, contrario de Alcaraván que se duerme, ademas, Jonás, contiene tres personajes bien construidos, Jonás, Ámbar, y Matt, considerando los ambientes universales, estos tres aspectos, hacen que la novela Jonás se imbrique en más aciertos que la novela “Alcaraván que se duerme” de Cesar Lazo. Para dar un acierto enorme a esta, citamos lo que expresa Barthes:
“La escritura revolucionaria francesa siempre fundaba un derecho sangriento o una justificación moral; en su origen, la escritura marxista está dada como un lenguaje del conocimiento; aquella escritura es unívoca porque está destinada a mantener la cohesión de una Naturaleza; la identidad lexical de esta escritura le permite imponer una estabilidad de las explicaciones y una permanencia del método; sólo en los extremos de su lenguaje el marxismo alcanza comportamientos puramente políticos”.
También sumamos lo que según Goldmann expresa, “las clases sociales y las relaciones entre ellas ejercen un papel determinante en la historia de la humanidad, de manera que los grupos sociales se convierten en los verdaderos sujetos en la creación cultural. La función del crítico literario será encontrar una homología de estructura que se establece entre la ideología de un grupo social concreto y el pensamiento que se desarrolla en una obra literaria”.
Esto nos lleva a dos conclusiones, Cesar Lazo, escribió su novela con un simple objetivo, que sirva de instrumento de la ideología que defiende la lucha de clases, donde el contenido domina el signo estético, a pesar de sus fictividades, y Melvin Salgado, pues escribió su novela con el objetivo contrario, plantear una propuesta literaria, con intencionalidad estética novedosa; esto es lo que da firmeza a nuestro juicio, más adelante, en las otras novelas de Lazo, vemos a un escritor mas consciente del trabajo novelesco.
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Es asimismo, que Gadamer defiende la experiencia de verdad que se da en el arte y en la tradición histórica por encima de las limitaciones que pueda suponer el aplicar conceptos de verdad científica. La verdad, en la historia y en el arte, es producida por la interpretación. En esto estamos conscientes, es nuestro punto interpretativo, no afilamos navajas, ni yataganes para destazar obras literarias, solamente nuestro oficio critico nos hace experimentar análisis más apegados al subterráneo del texto.
Veamos del realismo que se centra “Alcaraván que se duerme” de Cesar Lazo. “Todos rieron y el Liberteño frunció el ceño sin decir nada. Mientras las mujeres marchaban triunfales sin arcos ni palmas, los tambores sonaban con ritmo de punta y los hombres bailaban y salían de uno en uno de la celda. Nervios y erecciones prematuras. Las mujeres esperaban boca arriba sin inmutarse y dejaban que su cuerpo recibiera un tumulto de energía contenida por muchos días y el volcán se apagaba en segundos, derramando lava después de un breve terremoto. No supe a qué hora se apagó el volcán porque me quedé dormido en medio del bullicio de los reos: Manada de lobos en celo”.
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Casi llegando a la recta final de nuestro ensayo, con lo expresado por Barthes “Para él la novela está ligada a las estructuras de cambio, y se relaciona directamente con la burguesía, pero eso no significa que sea la expresión de su conciencia. Si las novelas del Nouveau roman adoptan formas diferentes de las del s.XIX es porque ha cambiado la realidad que tienen que describir. Los cambios sociales que han conducido a un nuevo tipo de novelas implican, incluso, cambios en el plano literario, como el cambio “de una desaparición más o menos radical del personaje y de un reforzamiento correlativo no menos considerable de la autonomía de los objetos” (1964). En este sentido Jonas, entraría a la posmodernidad literaria, ya tenemos antecedentes de obras de esta tendencia, como ser la novela mural “Rey Albor Madrugada” de Julio Escoto, donde Seymour Menton y Luis Ramon Acevedo aseguran que es la única novela cibernética; por ello, estamos de acuerdo, lo que nos indica, que la respectiva novela de Cesar Lazo, queda como una obra narrativa cifrada en lo tradicional y Jonás de Melvin Salgado, entre campante a la novela total, novela de ciencia ficción, al Punchon, novela existencialista a lo Dostoyeuki, novela psicológica que nos deja una propuesta novedosa, riquísima en simbolismo, y por su estructura compleja en todos los niveles de sus estratos narrativos. Según Riffaterre, “los hechos de estilo son hechos específicos presentes en el texto. Los hechos de estilo sólo pueden aprehenderse en el lenguaje, que es su vehículo, y, sólo si poseen un carácter específico podremos distinguirlos de los hechos de lengua, para lo que es necesario hallar criterios que permitan delimitar los rasgos distintivos del estilo”. Esto que ha indicado Riffaterre argumenta que Jonás, sustenta un estilo, una voz propia acorde al siglo XXI; sin el peligro de caer en el desfase y en el pasado. Al contrario, Bertolt Brecht dice que “Por eso, la literatura debe ser realista en cuanto que motivada por la realidad. Para Brecht el realismo no supone una “fotografía” de la realidad, sino el ejercicio de una acción crítica que resulta decisiva sobre el entorno social”.
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Asimismo, “Alcaraván que se duerme” de Cesar Lazo, no decae, aunque si es una fotografía de las realidades que sustenta a lo largo y ancho de su novela, con un enorme descuido creativo y semántico; véase en “Alcaraván que se duerme”, “Volví a mirar a la mujer, desnuda, tirada en su cama llena de mugre; me estaba esperando y al pararme frente a ella extendió la mano y dijo: “Son cincuenta centavos”.
Contrario al trabajo de la ambigüedad, del neobarroco, de adornismo, a veces casi excesivo, en Jonás:
Jonás entendía los múltiples simbolismos detrás de las precisas y vivaces pinceladas que componían su obra. En la parte posterior de la horca, se puede encontrar un reloj que indica el momento preciso en el que Jonás tomó la decisión de poner fin a su vida.
Por ello se calibra el trabajo mesurado del lenguaje, a primera vista se nota que hay esfuerzo de plantear una visión estética universal. Mas cuando se refiere el arte dentro del arte, aunque César Lazo, sea más asomado a nuestras realidades, y con la realidad inmediata, nos lleva a construir una conciencia reveladora, en cambio, Jonás, trata mas del hombre universal, del psico- existencialismo de Sartre en una visión posmoderna, véase como Matt es víctima de una máquina que pretende curarlo de una enfermedad y se apodera de su locura, de sus actuaciones, o como Ámbar es sometida a un sistema judicial desde una mirada universal, lo que hace que la sintaxis narrativa sea compleja en su totalidad, donde evita el localismo, una visión pasada de moda en el siglo XXI.
En el caso, Donato, el encierro de una cárcel, previo a una persecución, el despido y explotación laboral, realidades que tienen vigencia, aunque el tratamiento que César Lazo, le da al tema, es descarnado, introspectivo, no hay preocupación por el lenguaje, aunque si por la recurrencia, y la secuencia de los acontecimientos. En Jonás, los atributos poéticos son propios de la narrativa posmoderna, aunque algunos teóricos posmodernos, aducen que no hay connotación en el texto posmoderno; contrario a eso, Melvin, un gran lector de Joyce, Cortázar, Faulkner, Steinback, Mailer, Stayron, Capote, Mann, Hesse entre muchos.
“En una esquina de la pintura, se encuentra un diminuto pájaro de color negro, asociado con la muerte, acompañado de una rosa roja marchita, simbolizando la vida que llega a su fin. En el corazón de todo, se encuentra una ventana abierta que representa la libertad que Jonás nunca pudo experimentar en su vida”.
Los dos autores estudiados, pertenecen a momentos diferentes, a estilos diversos, Cesar Lazo con “Alcaraván que se duerme” al pasado, y la novela de “Jonás” de Melvin Salgado, para el futuro distópico, que ya empezamos a vivir. Culminamos con un argumento de Jean Paul Sartre: “¿Para quién escribir?” Según este autor, aunque en teoría el escritor escribe para toda la sociedad, como la sociedad está dividida en clases, el artista sólo se dirige a unos hombres. De ahí el papel ideológico de la literatura en una determinada sociedad. Y sólo en una sociedad utópica sin clases sería posible la toma de conciencia de la literatura sobre ella misma”.
[1] Roland Barthes el grado cero de la escritura y nuevos ensayos críticos
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