Equinoccio de las estaciones de Melvin Salgado.

|


MMMMMM



Invierno





Invierno

Hay algo de mi sombra en tu sombra, hay algo de mi sueño en tu sueño, hay algo de mi frío en tu invierno. (Carmen Naranjo)


Grisáceos nubarrones

derramados en acuosas claridades

de paisajes nocturnales.

Denso y enternecido

gorrión mojado

estremece la existencia

en la rama donde reposa.

Nada entibia los segundos,

nada enfoguece mis manos.

Entumecido y congelado

invierno interminable,

así discurres, imponente,

en el albor de relojes

de un iglú fallecido.

Tras los escombros del crepúsculo


Atardecidos colores

presagian tempestades,

en su póstumo suspiro

oscurece despacio nuestra playa.

Mustios recuerdos se derriban

como claveles deshojados.

Enturbian mis ojos

palideciendo la discreta mirada.

Desquicio

al borde de tu último latido

y el trinar de pajarillos

provoca vértigo tras el precipicio.

Recuerdos punzantes

como un tsunami en el presagio,

y el crepúsculo entre escombros

se yergue triunfante ante la nostalgia.





Tormentas que precipitan oscuridades


Rumores atardecidos

de tormentas precipitadas

en las vastas oscuridades.

Nunca entendimos el por qué

de agujeros negros

por donde escapa la vida,

ni esas escenas suicidas

donde los rayos del sol se enlutan.

No entendimos el por qué

de miradas apagadas por el dolor

ni el adiós intempestivo

que vistió de amargura al arrebol.

Desde la fría incertidumbre

llegan ateridas a la memoria

como preguntas que se extravían

en la secreta bruma del silencio.




Niebla

No hay nada peor

que vagar entre la niebla

Esa realidad:

no alcanzo a mirar mis manos,

todo desaparece.

Pasos se hunden entre vidrios rotos

y los árboles parecen angustiados

y solos.

Todo parece:

una foto antigua

borrada por el tiempo.

La soledad se catapulta,

y la confusión planta grilletes a la risa.

No hay nada peor

que vagar entre la niebla

terriblemente solos.

Arenas movedizas


En arenas movedizas he caído,

se hunden los cimientos

y las columnas se desploman.

Prisionero del pesimismo (de tragedias),

convaleciente en ruinas,

soy naufrago de la indomable rutina.

Campos minados he cruzado,

perdí la calma

y mis huellas dactilares.

Caí en la impaciencia,

ahora mismo estoy furioso,

hasta desconocerme sin límites.

He tirado todas las cuerdas,

y retumbado entre todas las tinajas,

en ningún espacio encuentro asidero.

Atrapado sigo en las arenas movedizas,

desesperado, hundiéndome,

sin tocar fondo todavía.

Tragedia

Desde un espacio maleable,

observo la precipitada tormenta,

las calles son riachuelos,

y los segundos en zozobra.

Todo es un caos reiterativo de simple asecho,

las techumbres como veletas se mecen tras el viento.

El luto enmudece a todos en la cuadra,

cinco cuerpos entre el derrumbe, rescatados.

Las escenas desgarradoras de llanto colectivo,

furor de tragedia,

inevitablemente nos hunde despacio.

Desigualdad aunada en estos lares

habitan el borde de ríos,

en la cima de laderas,

donde súbitamente

la razón y la locura se abalanzan silenciosos.

Es de noche, todo se desploma,

la penumbra es un manto pesado.

Violentamente, somos arrebatados,

por las garras acuáticas del vacío.

La isla de mi corazón

Fui orillándome al silencio,

en busca de una salida.

La oscuridad provoca una hecatombe.

Entre un barullo

atravieso íngrimos caminos.

Sus fantasmas y miedos sin descanso me persiguen.

La amistad es un embuste,

es una falacia en su lujo montaje.

Todos han huido,

la dificultad no tiene amigos.

Cruenta soledad y está odisea terrible,

mi corazón se transforma en una isla,

totalmente enmarañada.




Sin respuesta

¿Sumergirse en sus aguas de océano inexistente?

¿Se han evaporado?

¿Cómo llegar a la felicidad?

¿Sería a través de cerrojos de semáforos infelices,

que aun restringen

sus puertas de luciérnagas eléctricas?

¿Encontrar reposo en el espectro

de pájaros muertos,

donde antojadizos vendavales de cibernéticos besos

estremecen mi barca sin satélite ni señal?

Comentarios