Damas & caballeros de la mesa cuadrada Melvin Salgado & Oscar Sierra Pandolfi

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La historia de un mierdero ufólogo, pero diríamos un tal experto en objetos voladores no identificados, vaya historias de mundos perdidos, submundos, ultramundos, cybermundos, allá en un lugar de mitos, de creencias en calles en zigzag, donde un payaso risueño arrastró nebulosas de polvo con el sol mercado en la frente, con una motocicleta Harley-Davidson de manubrios oxidados empedradas y asoleadas por los rasgos del sol. Acuérdese de los atardeceres, la farfullada de extraño vecino, para decirle Don Pipe, que este pueblo pequeño, la gente no le gusta hablar y sabe por qué, desde que vino un corsario inglés llamado CorbeT  Leroy desató un montón de bombas, demolió carne humana y este hombre demente con un laboratorio construido de hojalata de material desechable, inventor de máquinas cibernotrónicas, luego la llegada de un mago con cara de cachos de büey encachimbado, la troza y descomunal lluvia del Pueblo callado. El fabuloso payasesco ser con careta tintoreteada meticulosamente, se bajó de la montura de cuero de la motocicleta, quién podría ser este culero de circo barato, dijo Otonel Budock desde el umbral de la casa embarrada de paja y lodo, donde instaló una minúscula Universidad con asomo de escuela. Hombre bajo el árbol de carago, próximo a un palo de yuyugo, e los escombros levantó otra Babel. También la historia de una anciana que lanzó las piezas de dominó de una maldición con un libro de teoría y práctica de la brujería, recopilada de las memorias fractales no existentes de los nobles Chorotegas o malalacas. Después apareció un científico con un sombrero de Mandrake y que lo encerraron en un manicomio durante varios lustros. 

La atroz y descomunal lluvia del Pueblo callado, en medio el cruce esquelético de un riachuelo de piedras, nadie utiliza el agua de ese río, según Gorel, el más orate de la ciencia ufológica, sin prisa miró el frontal de madera carcomida por el comején de la humedad, con latas picoteadas por el óxido, una ventana donde se asomó discreto Yaret, el filósofo cartero de la desconocida comunidad; un paisaje limpio como una vitrina pictórica de un renacentista. Años más tarde hizo acto de presencia un sacerdote que ofició una misa, y junto a la simpática mozuela, llegó a ser el Idilio de los cowboys, agrimensores, hacendados y peones, lo que provocó matancinas y vendettas en el cantinal mundo de Procky Ger, un gitano que vino al pueblo, después de cualquier Guerra Mundial de Galaxias; el payaso entró con murmuraciones oscilantes en las bullarangas del mundano bar.

Mostró un carácter recio como un tubo oxidado de alguna aeronave destruida; genoma humano heredado de otra dimensión, no se sabe de dónde será, preguntó alguien entre la multitud. ―¿Dónde está la escuela? ―preguntó exacerbado, rascándose el sudor de la frente. ―Ahí está en la esquina Gorel, podría responderle en la rapidez de una nave espacial de la Nasa, de inmediato el desconocido tomó asiento.  Pedí una cerveza. El reloj marcó a las 2 en punto, el sol aventó rayos verticales en la espalda de los transeúntes, medio mundo atisbó desde la opacidad de los ventanucas, asomando los rostros atarantados metidos en los túneles ennegrecidos de las puertas dominicales. Agradables hechos para familias del pueblo, que los sábados el eclesiástico hacía gárgaras con alcoholes, a escondidas rezaba mil padres nuestros al revés; esa tarde detectó al hombre payaso sin circo y sin risa; apareció entre una nube de polvo y una doncella del corpiño apretado, senos suspendidos, con 15 años en la piel.

Sin prisa miraba el frontal de madera comejoneado con unas latas picoteadas por el óxido de una ventana donde se encontraba el filٖóchofo cartero del pueblo. Un paisaje límpido como un vitrinal cuadro de un pintor demente. Procky Ger era un gitano nativo del pueblo. Mire que el payaso entró en el eco de murmuraciones que se desenfurruñaban su mirada de ultramundano humano, por sus caracteres ultracelulares de un genoma extraterrestre, heredero de otra dimensión, no se sabe de dónde. ―¿A dónde se encuentra la escuela? ―Preguntó insoslayable y rasgándose el sudor que labraba el labio leporino entre las rayas diminutas de su boca bembuda.

―Ahí está en la esquina, dijo Gorel, tomó asiento en la silla de aluminio y pidió una cerveza. Ya eran las doce en punto donde la bola de fuego cósmico se fotografea en el zenit. Todos se atisban desde las ventanas quebradas, asoman los rostros petrificados y curtidos con gestos atarantados. Siempre que llegaba un extraño o forastero de mala vida, cambiaban de genuflexiones. Su careta fornida de robot deprimido, réflex de la pobreza sideral que arrastraba desde la Andrómeda. Todos los miraban de cabeza a pie en el mundo cantinal de Procky Ger. Pero, él cambiaba las miradas como una angustiosa cámara de un cineasta interplanetario, desahogándose entre la flor deshojada de la paciencia. Esperó tragarse aquel sorbo en un solo movimiento de gárgaras.

Logró levantarse, tenuemente, sintiéndose desbocado con una diminuta sensación de ebriedad, y se tambaleó con los ojos en espiral, luego lanzó un rayo fotónico sobre la barra del bar y el chingaste de vidrios se dispersaron; la alerta máxima de los habitantes al espetar la explosión como una vieja granada de un soldado perdido en misión, quedaron perpléjicos y asombrados. Algunos se levantaron del desplome provocado por el aterido fuego láser que provino de los ojos del Manzinger Humanoide. Extrajo del bolsillo izquierdo lumínico unas cuantas monedas parecidas a los denarios. El visitante Otonel intervino tocándole el hombro volviendo a tomar asiento.

―¡Bebe otra, amigo! ―Expresó sarcástico.

A este jodido en este pueblo nadie lo quiere porque inauguró un camposanto, el único que existe de piedras puntudas junto al jicaral galáctico del cerro nuclear. El payaso Morex Sur escondía sus gestos detrás de la tintura policromática del tintorete facial que cubría las capas dérmicas de hojalata, parecido a la careta de Voltrón en versión Capricornio. Se ocultaba para que no sospecharan la filogénesis de su trayectoria viajera.  Así no lo sabrían, comentándole a la anciana del pueblo, que era conocedora de la magia blanca y del libro conjurado de la güija de Marte. Experta en planes extraterrenales, leía la geografía caligráfica de la mente y el futuro, con la sorpresa del Tarot Mercuriano. Gorel expresó: Esta vieja no sabe nada, solamente habla brutadas y pendejadas de otros mundos, que ni ella se las cree. Morex Sur sonrió silencioso ante la telepática plática con Gorel. Se levantó, dio media vuelta enderezando el musculoso cuerpo de Terminator. Salió de aquel lugar obliterado de voces y susurros. Montó a su caballo motoril de marca Harley-Davidson, la había armado de otras motos, un ornitorrinco sobre ruedas. Nadie lo había visto en la vida. Jenny Ben se reunió el día siguiente con Yarel, el filósofo de la clase, con Gurel, el científico, para hacer burdos cuestionamientos sobre morek, el payaso. Yarek explicó que ese hombre es el prototipo galáctico desaparecido del espacio más cercano. Se aseguró de que tiene telépatas o gnósticos payasos que no conocen este mundo. ¿Cómo dice, refutó, Yeny Ben, lo digo, lo escuché con la mujer extraña que viene entre nosotros, la vi?

Pero reconozco su voz en donde sea, reflejó sin agravios. Y con seguridad en el comienzo nadie volvió a ver a MoreK por meses; nadie lo volvió a ver; se lo repito por lo que más quiera ese j***, siempre que lo vi, sospeché que era un alienígena, a esas basura les tengo miedo; detrás de esa carreta, fíjese que tiene una cara de lagartija hinchada, lo vi en una parodia volante del pueblo, y para decirle que Jenny Ben, es esa mujerzuela, le diría que se acostó con sus alumnos de preparatoria, decidiendo los de ese sexo tan extraño, en el cual uno puede llegar más allá en este pueblo, recuerdo que medio mundo levantó una estatua piojosa en medio de la plaza, con honor a un militar que desapareció. Dicen que murió en la selva tragado por una serpiente gigantesca, otros decían que él murió en una prisión subterránea, según Gorel, fue secuestrado por seres extraños, que no sé, de dónde, no son de este mundo; la gente del pueblo seguía las contradicciones del sacerdote que andaba bajando calzones, y que decía que andar hablando de esas extrañas, lo quemarían en vía pública, miren en ese pueblo ignorante, burros, seres de la ceguera, ciegos del alma, y de todo.

La bruja del pueblo viajaba en escoba de un lugar a otro; la gente llegó a sospechar que esa anciana hacía volar a los ápsides y torturaba las cucarachas; ella misma dijo que en el pueblo existían seres desquiciados que les fallaba el morro, te dijo, al pueblo que Yarek y Gorel no eran seres o pájaros de buen agüero; para decirle que le descubrieron a Yarek unas páginas de libros intergalácticos y por un pelito casi lo pelan como chancho en plena Plaza pública; no cabía en la cabeza como desapareció Morek. Nadie supo de él, yo mismo lo vi descender a una aeronave. Segurito, con un vestuario plateado, no le estoy mintiendo, se lo juro por la virgencita, y para seguirle contando YareK estaba acostado en una hamaca parchada y remendada, leyendo un libro, de esos que hablan de otros seres, Yeni Ben estaba viendo quietamente una fotografía donde estaban sacando unos rostros de atarantados, y metían la cabeza, metían la cara en las ventanas. Sí porque aquel hombre de mala vida y su careta reflejaba la pobreza de la vida que era la tristeza fingida todo en el cantinal mundo de Jerry, lo miraba de pie a cabeza, pero los que lo miraban como desahogándoles la flor de la paciencia; esperó tragarse aquel sorbo en un solo trago como una black level escocés; logró levantarse tenuemente y al mismo tiempo extrajo unas cuantas monedas de plata; todos tenían en sus ojos tonos malévolos sobre aquel visitante. Otoniel interrumpió tocándole el hombro y sentándose en la silla desquebrajada y maltrecha. Otro amigo, dijo Otoniel sarcástico, esté jodido en este pueblo nadie lo quiere porque inauguró el único camposanto de piedra del pueblo junto a un verduzco jícaro medieval; el payaso, su nombre Morek Sur, que se escondía en su pintorete facial para que no sospecharan quién era y unos lo sabrían.

Al menos que la anciana del pueblo que tiene conocimiento de magia blanca; experta en planes extraterrestres, lee la memoria y dice cosas sobre el futuro, dice Gorel que esta Doña solamente expresa brutadas y pendejadas, que ni ella se las cree. Morek sonrió silencioso, salió de aquel lugar que lo desfiguraba y se montó al caballo motoril y le arrancó el polvo con sus raíces de aire; comenzaron a seguirlo. Por unos instantes, meditó y ese tipo no es un jodido común y corriente, desde hace tiempo nadie entra al pueblo, desde que murió, o desde que la anciana corrió a un grupo de extranjeros que les echó de la salvaje tierra de muertucho, y les jaló un puro de tabaco rellenado con nicotina y sus pulcras oraciones.

Moret llegó a la esquina y encontró una casa de ladrillo sin color, sin jardines, sin flores, sin hojas, con ventanales podridos por el abandono; un hombre vestido de negro, una barbilla en su quijada huesuda, le dijo quién eres Moretsur, contestó en brevedad, soy nadie a la que la nada engendró. Dígame quien está en la escuela, me dijo, la brevedad viene de algún mecanismo sideral o de algún parámetro cósmico rompiendo las esferas de la gravitación de otros astros, Onwell dijo mencionando al andante inglés que vino al pueblo, cuando fue condenado a la ahorca por el general Grillex, lo azotó en vía pública, en el centro de la plaza, le cortó órgano por órgano, la piel se la peló como destazan los cerdos de m***, los ojos se le echaron a los caninos, las manos se las comieron los buitres del desierto, al otro lado de la comarca, sí amigo anda en busca de los desconocidos. Alameda de la existencia descubriendo primero los agujeros negros que nos conducen a otros submundos; el hombre lo miró con extrañeza, no existe otro mundo, más que el que tenemos, Morek arrancó del vacío una sonrisa.

Entonces no pregunte por mí y punto, siga su camino que lo espera el destino en esa bajada, el hombre de barbilla arrugó su rostro siguiendo su camino, pensó, es un extraño, lo van a tildar de loco y lo van a quemar vivo en este pueblo no andan con babosada, se dijo en sí mismo; Morek que entró saltando la alberca, abrió la puerta que tenía signo de alguna sexcta que había vendido al pueblo invadiendo al mismo pueblo; una secxta que mató de una vez por todas a un grupo, en eso andaba Morek, andaba buscando alguna manera de encontrar a los culpables para hacerles la venganza. Volver al castigo Terrenal. Vio que había una mujer blanca, cabello de oro, labios carnosos, se le aproximó viendo al extraño hombre de la virulenta máscara de coloretes, viene a advertir a los muchachos, verdad, a divertir, dijo, Yeny Ben, la maestra en la universidad.

Que está debajo del palo de almendro de helecho, de hojalatas con palmeras de coco; serás, o no vengo a abrir los ventanales de la felicidad, eso uno lo trae dentro, sin necesidad que se lo den a uno, opinó meditabundo.

Ella se volcó con una mirada compasiva no sea pendejo, diga que viene a hacernos reír y si no lo van a linchar, le dijo amenazativa; orex se mantuvo silencioso a la expectativa, frente a él estaba ella, iban llegando Leroy Bill and the Card Roy deal Pull Mcal Corel y Jared entraron en grulla, dijo LifPool, es un alienígena haciendo reír a Terrícolas muertos de tristeza; es un ser hecho de ondas telepáticas rascadas en ondas impulsadas por antenas cibernotrónicas, musitó YaréT, que es un ser que todavía existe solamente en la teoría, exclamó Gorel que era el más científico por haberse leído las caídas de los cuerpos en la velocidad de la nebulosa del polvo con uranio, de la hipotética teoría del Big Bang, opinó, este fregado es producto de la causa y efecto que lo engendró un genoma del ADN encriptado en algún ser combinado con cierto yrismo secular. Es que este señor payaso vino expulsado de ondas electromagnéticas de algún espacio galáctico del mundo boreal, expuso, es originario de la nebulosa espiral o de anfitrium: Ciudad lejana de la otra vida, dijo. Morek los observaba callado y no les acudía a decir nada. Solo percibía por medio del sentido auditivo, es un agente de investigación de los Caballeros del Zodiaco, es una criatura de colores extraños y pálidos con cara de medio humano y de pendejo ufo, estos seres no hablan mucho y arrojan bolas de lava como si fueran la reencarnación de algún volcán; todos acudieron disertando sobre la extrañeza de aquel Clown o payaso en el pueblo.  Ya estaban incendiando los focos de los postes de luz, porque ya casi entraba una inexplicable oscuridad. Morek recordó que alguna vez había estado en estos vastos territorios viendo la misma gente, las mismas caras diseminadas.

Dígale que hable, intervino Dylan, es un espectro reflejado en el compulsor del alma, dijo Yeni Ben, una maestra educada en tiempos de usufructos y aprendizaje y al mismo tiempo descubrió el Ultra Buscador W, dijo colérico, nada, dijo Yaret nervioso, como perdido en la nebulosa de un nervio.

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