LA NOVELA REGIONALISTA EN HONDURAS

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POR OSCAR SIERRA PANDOLFI

El reportro(2)xx



Primero vamos a tomar en cuenta un análisis elaborado por el poeta y Dr. En Literatura José Antonio Funez (2009) acerca de la novela: La Heredad de Marcos Carias Reyes. En el artículo:  Libros clave de la narrativa hondureña (IX). La heredad (1936).

 El drama del caudillismo y sus consecuencias en la vida de una nación ya había sido expuesto inmejorablemente por Sarmiento en el Facundo (1845).

La antinomia civilización-barbarie de esta obra inspiraría también, dentro de la corriente criollista latinoamericana, novelas de la talla de: La vorágine (1924) y Doña Bárbara (1929).Si observamos , Funez (2009) la ubica de inmediato en el caudillismo como posición política. Luego considera a la “Vorágine” como sustento o prototipo de novela para que avanzara la novela regionalista en Honduras. “Hubo que esperar casi diez años para que Marcos Carías Reyes (1905-1949) publicara: La heredad (1934), texto cuyo hibridismo novela-ensayo se centra en la preocupación por el progreso de Honduras”.Cuando Funez (2009) señala “novela-ensayo”, nos llama la atención la forma en que el autor lo hace en una especie de imaginación intelectiva y lúdica. El aspecto técnico de fusiona ensayo-novela, resulta novedoso en el momento en que el género novela no está en auge ni en apogeo.

No nos referimos al contenido que está vinculado al problema agrario y al poder político del cacicazgo.

Sino a la simbiosis de unir con certeza dos formas literarias. En el sentido,  que la historia de la modernidad: “está hecha de  una   sucesión   de   estos movimientos como lo cuenta Alain Touraine en “Critique de  la  modernité”. Entre 1932 a 1949, no hay una época de ilustración o iluminismo, más que los poetas del “35”, determinados así por el escritor Oscar Castañeda Batres.

Los  ilustrados   reaccionaron   al oscurantismo de la religión, pero la razón que sirvió para liberar al pueblo de la Iglesia, y luego de la monarquía, acabó por evacuar de la realidad social a los propios actores, como si la sociedad pudiera prescindir de ellos y evolucionar hacia un sistema que ofrece condiciones de vida cada vez  mejores  para los individuos.

Esto nos indica que la novela, a pesar del agotamiento que sufrió en el siglo XIX en España, de los cambios en Irlanda e Inglaterra.Los países subdesarrollados estaban emergidos en una mirada dormida ciega culturalmente.

La barbarie versus civilización. Prosigue Touraine: Las sociedades latinoamericanas de la primera mitad del siglo   XX   representan bien las dos posturas más probables, uniformizadora y pluralista,  que  se  pueden tomar ante la globalización.

El abogado Salvador Andino es un hombre emprendedor y visionario que a base de un intenso esfuerzo logra convertir un páramo, herencia de sus abuelos, en una próspera hacienda, donde incorpora todos los adelantos tecnológicos de la agricultura y la ganadería.En los párrafos anteriores citados por Funez (2009): la uniformidad y entrada de la modernidad, estaba inherente entre la relación agraria y pensamiento.

 Salvador Andino como personaje, va instituido como actancialidad predominante, la función de intelectualizar a la sociedad a través del acto “de pensar”. Por eso pensamos, que el género ensayo, nos determina ese acto de reflexión sobre el conocimiento de la modernidad, y por otro lado, el de la novela, como representación ficticia de los problemas del viejo sistema agrario.

La oposición ruralidad-urbanismo. Por eso, en las estructuras del lenguaje, Carias Reyes se adelante regularmente.A pesar del tratamiento casi costumbrista de la temática sosegada del campo. La hacienda de Andino es saqueada por el campesino Juan García, que se convertirá en caudillo militar, luego ascendido a ministro de Guerra, cargo este que le permitirá postularse como candidato presidencial. Salvador Andino advierte la amenaza de la barbarie y decide abandonar el campo e incorporarse a la lucha política en Tegucigalpa, donde apoya la candidatura presidencial del Dr. Antonio Castillo.

Con la ayuda de los intelectuales progresistas del grupo Vanguardia, Andino y Castillo organizan una revolución desde Nicaragua para derrotar al ejército comandado por García.

La revolución triunfa, García muere ajusticiado y Andino vuelve al campo para continuar su obra. Eliminar la barbarie sigue siendo una tarea pendiente, pues esta, como dice uno de los soldados intelectuales: «no es sólo, la destrucción, la muerte, el pillaje (…) es también la corrupción social, el analfabetismo, la abyección como escuela…».

La dualidad dialéctica entre el abogado Salvador Andino- Juan García. Indica el fragor sociológico de una sociedad a penas en crescendo, de un sector en posesión política y económica. Donde la máquina bárbara “la tierra” se sostiene en un conflicto de nunca acabar.  Quizás, lo expuesto por Funez (2009) cuando se refiere a la barbarie , en  términos antropológicos, se trata de una barbarie simbólica ausculta en el comportamiento político de la guerra.

 El salvajismo, solo va cambiando sus máscaras, y sus comportamientos, la violencia se trasmuta de ser instrumental a ser discursiva. La heredad desde el formalismo, morosa, bien planteada. Juan García, podría ser el lado opuesto, la maldad, en su doble cara, debe existir un conflicto, un degradatio, un personaje problemático, un villano, un proceso de obstáculos para sentir que la novela va mostrando complejidad, a pesar de la fuerza costumbrista que se desenlaza.

En su obsesión maniquea, el narrador no desperdicia todo tipo de elogios para exaltar la figura de Andino, símbolo de la educación, del trabajo y del progreso, a quien retrata con atributos de héroe: «La raza de bronce (…) la raza de madera dura (…) Aquella era su raza (…) el Hombre cultivaba su heredad abonándola con su copioso sudor…».

Por su parte, Juan García aparece como un hombre inescrupuloso, como un producto de «esas masas ignorantes e indisciplinadas y sujetas a influencias nocivas», capaz de cometer cualquier crimen con tal de elevarse en el poder y de acumular riqueza. (Funez, 2009).

Contradiciendo en lo argumentado por Funez (2009), donde confirma que la tesis de la novela es resultado de la sencillez. Lo que pensamos, evidentemente, es por qué no muestra las evidencias o el análisis profundo estructural para argumentar más sólidamente el punto de vista. Solo se quedaría en una simple opinión de contraste.

 No obstante, hay complejidad, la guerra es un acto sociológico e histórico que se causa por muchos factores, la disputa del poder. La riqueza es otro punto convergente, donde la disputa de quien posee más, propio del stadium marxista de la lucha de clases. O de la degeneración de la sociedad capitalista. 

Volviendo al argumento de Funez (2009):

En La heredad, el discurso ensayístico, influido completamente por las ideas del Carías Reyes intelectual y político, restan valor y autonomía al relato novelístico.

Sus personajes esquematizados, escasos de complejidad psicológica y pobres de voz, tropiezan a menudo con digresiones en una improvisada trama. De la narración, lo que más cuenta para el autor es la anécdota, pues echa mano de esta para exponer sus ideales, muchas veces basados en prejuicios sociales y tópicos seudocientíficos.

 Por supuesto, se trata de la visión idílica de un intelectual progresista, pero también de un discurso desde el poder elitista, donde los campesinos determinados por el ambiente y la pobreza dependerán siempre del paternalismo benefactor del patrón.

Los elementos mencionados, anécdota, digresiones, lo intelectual progresista: son marcadores diegéticos que convalidada el acto creador. Porque no se trata de una novela de tesis, a pesar que recurre al ensayo como forma o medio técnico. Sin embargo, la vida íntima, la cosmovisión del autor en cuanto personaje es aceptable desde la visión goldmaneana.

 La ontología de la realidad circundante se explaya en el pensamiento del autor. Sea que tome una posición irónica en la forma de Pirandello, o del existencialismo de Ortega y Gasset. La forma expositiva o reflexiva de la novela, se cimenta posiblemente en el “plot” que Funez (2009) determina como anécdota. Con respecto a lo de digresiones, salirse del relato, y luego regresar, es técnicamente valido según James. Porque se trata de que la linealidad marca su muerte. Las huellas verbales se discurren en un discurso que puede amparar el mundo posible.

De acuerdo a Foucault, espacio y lenguaje se relacionan de algún modo: Creo que nadie había soñado que el lenguaje, después de todo, no era cosa del tiempo, sino del espacio. Foucault indica que Bergson ha sido el único que establece una relación entre espacio y lenguaje; pero no lo hace para destacar algo positivo. En el lenguaje no hay tiempo sino espacio, habría dicho Bergson.

No obstante, esa mezcla de novela-ensayo le da a La heredad un valor agregado, pues es la primera obra que, a partir de la dicotomía civilización-barbarie, examina con una visión crítica la realidad hondureña en todas sus dimensiones históricas y sociales. Y así aparecen temas como la explotación extranjera de los recursos naturales, la corrupción de los partidos políticos, el caudillismo y las guerras civiles, la oposición campo-ciudad, la cultura popular, el analfabetismo, la ignorancia, la violencia, la insalubridad, el clero y la persistencia de las supersticiones.

En fin, La heredad, como señala Ramón Luis Acevedo, es la «novela totalizadora de la realidad hondureña». (Funez,2009).Según  José Antonio Funes[1]

El drama del caudillismo y sus consecuencias en la vida de una nación ya había sido expuesto inmejorablemente por Sarmiento en el Facundo (1845). La antinomia civilización-barbarie de esta obra inspiraría también, dentro de la corriente criollista latinoamericana, novelas de la talla de La vorágine (1924) y Doña Bárbara (1929).

Aun bien entrado el siglo xx, Honduras siguió viviendo el problema del caudillismo y de las continuas guerras civiles. En 1925, quizás inspirado por la sangrienta guerra civil de 1924, Froylán Turcios trató de abordar ese tema en su novela La cacería del hermano, de la cual únicamente apareció un capítulo. Hubo que esperar casi diez años para que Marcos Carías Reyes (1905-1949) publicara La heredad (1934), texto cuyo hibridismo novela-ensayo se centra en la preocupación por el progreso de Honduras.

En esta obra, la civilización y la barbarie aparecen con nombres propios. El abogado Salvador Andino es un hombre emprendedor y visionario que a base de un intenso esfuerzo logra convertir un páramo, herencia de sus abuelos, en una próspera hacienda donde incorpora todos los adelantos tecnológicos de la agricultura y la ganadería. La hacienda de Andino es saqueada por el campesino Juan García, que se convertirá en caudillo militar, luego ascendido a ministro de Guerra, cargo este que le permitirá postularse como candidato presidencial.

Salvador Andino advierte la amenaza de la barbarie y decide abandonar el campo e incorporarse a la lucha política en Tegucigalpa, donde apoya la candidatura presidencial del Dr. Antonio Castillo.Con la ayuda de los intelectuales progresistas del grupo Vanguardia, Andino y Castillo organizan una revolución desde Nicaragua para derrotar al ejército comandado por García. La revolución triunfa, García muere ajusticiado y Andino vuelve al campo para continuar su obra. Eliminar la barbarie sigue siendo una tarea pendiente, pues esta, como dice uno de los soldados intelectuales: «no es sólo, la destrucción, la muerte, el pillaje (…) es también la corrupción social, el analfabetismo, la abyección como escuela…».

En su obsesión maniquea, el narrador no desperdicia todo tipo de elogios para exaltar la figura de Andino, símbolo de la educación, del trabajo y del progreso, a quien retrata con atributos de héroe:

«La raza de bronce (…) la raza de madera dura (…) Aquella era su raza (…) el Hombre cultivaba su heredad abonándola con su copioso sudor…».

Por su parte, Juan García aparece como un hombre inescrupuloso, como un producto de «esas masas ignorantes e indisciplinadas y sujetas a influencias nocivas», capaz de cometer cualquier crimen con tal de elevarse en el poder y de acumular riqueza.

La tesis de la novela resulta sencilla. En un país de vocación agrícola, el progreso debe comenzar en el campo, donde la tierra todavía conserva esa inocencia de una riqueza por descubrir y explotar.

Ningún proyecto civilizador puede desarrollarse mientras persista el imperio de la barbarie, por lo tanto, hay que derrotar la barbarie aun haciendo uso de sus mismas armas:el caudillismo y la guerra; eso sí, con un caudillo ilustrado y con una guerra revolucionaria.

En La heredad, el discurso ensayístico, influido completamente por las ideas del Carías Reyes intelectual y político, restan valor y autonomía al relato novelístico.

Sus personajes esquematizados, escasos de complejidad psicológica y pobres de voz, tropiezan a menudo con digresiones en una improvisada trama.

De la narración, lo que más cuenta para el autor es la anécdota, pues echa mano de esta para exponer sus ideales, muchas veces basados en prejuicios sociales y tópicos peudocientíficos. Por supuesto, se trata de la visión idílica de un intelectual progresista, pero también de un discurso desde el poder elitista, donde los campesinos determinados por el ambiente y la pobreza dependerán siempre del paternalismo benefactor del patrón.No obstante, esa mezcla de novela-ensayo le da a La heredad un valor agregado, pues es la primera obra que, a partir de la dicotomía civilización-barbarie, examina con una visión crítica la realidad hondureña en todas sus dimensiones históricas y sociales.

Y así aparecen temas como la explotación extranjera de los recursos naturales, la corrupción de los partidos políticos, el caudillismo y las guerras civiles, la oposición campo-ciudad, la cultura popular, el analfabetismo, la ignorancia, la violencia, la insalubridad, el clero y la persistencia de las supersticiones. En fin, La heredad, como señala Ramón Luis Acevedo, es la «novela totalizadora de la realidad hondureña».

Siguiendo con la producción novelística. Es importante señalar a una variedad de autores que han quedado en las periferias de la historia de la literatura hondureña. Independientemente, que pertenezcan a novelas con tendencias románticas, modernistas o regionalistas. Se procede a una valoración histórica. Antonio Rosa inicia publicando en (1953) Tío Margarito y  Mis tías las sanatas(1957). Los brujos (1969) y Eva crucificada (1972).

Por otro lado, Álvaro Cerrato había escrito varias novelas: Flor de violación. No obstante, tras un trámite que hizo con el ministerio de educación en (1957) la novela: La que quiso ser madre.

Que lógicamente no se logró publicar. Álvaro murió en un accidente vial en 1972. Hizo sus estudios de periodismo en Alemania. Estuvo radicado en Choluteca.Todo ello, lo ha manifestado el poeta Gonzales.

Desde el panorama histórico, damos mano a un documento monográfico sobre el escritor  Carlos Izaguirre. En la monografía de la ciudad de Yuscarán, publicada por Eliseo Romero en 1969 al celebrarse el centenario de la fundación de departamento de El Paraíso y el establecimiento de Yuscarán como Cabecera, se publicó el siguiente artículo, escrito por el mismo Eliseo Romero:

“Tuve la honra de haber conocido en la ciudad capital de Honduras al eminente Poeta, Novelista y Ensayista, don Carlos Izaguirre. Elemento que esgrimió su pluma por la orientación y la cultura de estos pueblos, a través de sus Obras Literarias, joyas que nos ha dejado para su recuerdo.

 Por otra parte diversos cargos importantes los cuales supo desempeñarlos en decencia, capacidad y decoro”.Fue Diputado a la Asamblea Nacional Constituyente de 1923, el año siguiente fue nombrado Gobernador Político de Cortés y Tegucigalpa, en 1925 estuvo en Washington por primera vez, en calidad de secretario de la legación de Honduras. Posteriormente ocupó en varias ocasiones el puesto de encargado de Negocios.

 En 1930 colaboró en la gestión de límites entre Honduras y Guatemala. Fue Vice-director de la Academia Hondura de la Lengua y director del Instituto Hondureño de Cultura  Hispánica. Pertenecía a numerosas actividades culturales, tanto nacionales como extranjeras. En mayo de ese año su gobierno lo nombro Embajador de Honduras en Washington, ciudad en que falleció el  18 de Julio de 1957. Publicó numerosas Obras Literarias, de las que se destaca la novela “Bajo el Chubasco” de carácter social y política.

Carlos Izaguirre nació en la ciudad de Yuscarán, el 9 de enero de 1895. (Posiblemente en el lugar conocido como El Zarzal).  Sus padres fueron Don Vicente Izaguirre y Doña Maria Asunción Valladares Avila, sus abuelos paternos naturales Higinio Escoto y Inés Izaguirre, originarios de Guinope, y sus abuelos maternos naturales fueron el General Teodoro Valladares y Leonor Ávila.

Entre sus hermanos contamos a: 1. Leonor, nacida el 4 de diciembre 1898,  (Los Tablones), 2. María Asunción, nació el 17 de junio 1900, 3. Martha Inés, nació el 21 octubre 1903 (En el aserradero), 4. Lastenia, nació el 9 de julio 1905, 5. Vicente, nació el 6 mayo 1908, 6. José Vicente, nació el 4 enero 1911, 7. María Eusebia, nació el 25 noviembre 1913 (El Tablon),  8. José Gustavo, nació el 17 junio 1916 (Barrio San Juan).

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Sus estudios primeros los logró realizar en su lugar natal. En 1910 ingresó como becado en la Escuela Normal Central de Tegucigalpa obteniendo el título de Maestro de Educación Primaria en 1914. En 1915 fue nombrado director de la Escuela Normal de Varones y Colegio “La Fraternidad”, ambos en Juticalpa y en 1917. Inspector Técnico de Educación en los Departamentos de Choluteca, Valle y La Paz. Prominente maestro que apoyo mucho el arte hondureño y promovió la creación de la Escuela Nacional de Bellas Artes.Fue Diputado a la Asamblea Nacional Constituyente de 1923, el año siguiente fue nombrado Gobernador Político de Cortés y Tegucigalpa, en 1925 estuvo en Washington por primera vez, en calidad de secretario de la legación de Honduras. Posteriormente ocupó en varias ocasiones el puesto de encargado de Negocios. En 1930 colaboró en la gestión de límites entre Honduras y Guatemala. Fue vicedirector de la Academia Hondureña de la Lengua y director del Instituto Hondureño de Cultura  Hispánica.

 Pertenecía a numerosas actividades culturales, tanto nacionales como extranjeras. En mayo de ese año su gobierno lo nombro Embajador de Honduras en Washington.

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Contrajo matrimonio en 1922 con Julia Tosta Carrasco hermana del General Vicente Tosta, que llegó a ser presidente Provisional de Honduras. Tuvieron dos hijos: Carlos y Julia, quienes residieron junto a sus padres en Estados Unidos, desde 1925, cuando Izaguirre fue nombrado secretario de la Legación de Honduras en ese país. Carlos Izaguirre, en 1924, actuó como secretario Privado del General Tosta, su cuñado.

Posteriormente contrajo matrimonio con la también escritora Margarita Romero conocida en el mundo literario como Marta Rinza, tuvieron por hijos  a Cesar Augusto, Carlos Alberto y Marco Antonio Izaguirre Romero. Doña Margarita Romero nació en 1917 y murió en 1997. Julia Tosta Carrasco, nació en Jesús de Otoro en 1886 y murió en 1967. 

Carlos Izaguirre murió siendo embajador de Honduras en Washington, ciudad en que falleció el  18 de Julio de 1956, lugar desde donde se repatriaron sus restos y descansan en el Cementerio General de Tegucigalpa.Carlos Izaguirre es el más grande exponente de la literatura Yuscaranense. Además de sus poemas publicados en las obras "Sonetos y Prosas" y "Nieblas" escribió en 1945 la novela de carácter social "Bajo el Chubasco" editada en la ciudad de México en dos volúmenes, siendo para muchos, su más destacada aportación a la bibliografía hondureña.

(A.F)

Su obra ha trascendido las fronteras y las edades y aun hoy, muchos años después de su muerte, su obra literaria es tema de estudio y admiración. Recibió excelentes críticas incluso se hicieron varios libros que recogían esos comentarios.

A continuación algunos comentarios de sus obras.

Libro “Bajo el Chubasco”  Impreso en Talleres Tipográficos del Nuevo Mundo. A.S. México DF, 144 de diciembre de 1945. Dos volúmenes en cuarto, Las primero 563 páginas el segundo 611 páginas.

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Es una obra de una gran extensión y aliento, una novela de interés patriótico por cuanto se refiere a la grandeza y transformación saludable de Honduras. Su protagonista es Inocente Paz, que secundado por otros personajes simbólicos arrancados del Evangelio Cristiano como Marcos y Pablo trabajó por realizar sus generosos ideales.Como el falansterio de Fourier, Inocente trata de una organización ideal y perfecta llamada la misión que reúne en sí todo cuanto puede obtener una nación civilizada.

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Dan mayor realce a esta obra de carácter psicológico y social todos los elementos estéticos de que puede valerse un escritor talentoso y preparado; así encontramos la descripción de nuestro bello territorio, las manifestaciones de su naturaleza tropical entre los que se encuentran el fenómeno climatológico de El Chubasco que sirve para dar nombra a la novela y para simbolizar  las tendencias tenaces y duraderas que constituye el modo de ser de los hondureños. Encontramos las intencionadas sátiras referentes a nuestra política turbulenta, nauseabunda y de rapiña, nuestras costumbres primitivas y rudas los encantos de nuestro folklore, nuestro estado, educación real y muchas características de la vida hondureña.

Carlos Izaguirre merece un cálido aplauso por esta nueva obra que además de los encantos de su estilo propio que revela indudablemente loa robusta mentalidad de su autor.

De la presentación de libros de la Revista del Archivo y Bibliotecas Nacionales, vol. XIV.

Siguiendo con otros autores que se pueden ubicar en las novelas regionalistas. Almas errantes (1960) de Víctor España, (1933-2005) con prólogo de Rafael Heliodoro Valle. Bajo el cielo de Palestina de  M. Farach, y los hijos naturales de Ana María Velasco. Rafael Ramírez Delgado:

(nac. León, Nicaragua,1920),sus novelas: María Laura (1960), el Karma (1961)publicada en Mexico.



[1] Martes, 28 de abril de 2009 Rinconete  Buscar en Rinconete  Literatura Libros clave de la narrativa hondureña (IX). La heredad Centro Virtual Cervantes © Instituto Cervantes, 1997-2023. Reservados todos los derechos. cvc@cervantes.es

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