¿Quién fue primero, el poeta o el poema? Oscar Sierra Pandolfi

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Sin tu00edtulo


I parte

El poeta guatemalteco Luis Cardoza y Aragón expresaba «la poesía no le hace los mandados a nadie». Ser o no ser poeta, no está determinado por el casillero funcionalista o por la lista de Schindler de radio ideológicos presumidos a tientas con los colmillos de canino de la inspiración tardía. Sopesa, el bautizo del titulesco de poeta, suena a piedra bajo corriente de río en bravura. Decir poeta, no es como decir abogado, ingeniero, mecánico, médico, es un título especial que nadie lo firma, ni lo sella, nadie da fe, no se necesita notario público. Aunque lo cierto y sin fineza, muchas grullas de escritores sin visa, se basan en la falacia Ad Verecundiam, Magíster Dixit o Argumento a la autoridad, que es una falacia que consiste en aludir al prestigio de la persona o grupo, pero sin aportar razones. El evidente comportamiento de algunos y (nos) personajes, en estado inédito, toman la voz de mando en micropolítica de Foucault, o se agencian de cierto dote proyectivo de creerse las divinas garzas, como dixit Deleuze “desconocen las mil mesetas” y no saben sobre el libro-raíz. Un poeta es un rizoma, aparece y desaparece, se extiende ontológicamente, primero es el poema, después es el poeta. O primero el poeta y posteriormente el poema? ¿Quién fue primero el poeta o el poema? Para los integradores de grullas de encuentros, tienen la malsana persistencia, que el poeta debe estar articulado, asociado, colegiado, carnetizado, codificado, tienen la equívoca creencia de que el poeta lo define el grupo o el asociacionismo, sic, hay otras agrupaciones literarias, que piensan différence, el ajedrez de concursos, como puntos álgidos, filtros perfectos para la circulación asfáltica de poetas en masas, la producción de poetas triplicados, se parece más a la producción maquila o de embutidos. El poeta debe embargarse en lo que dice Borges: “La duda es uno de los nombres de la inteligencia”. Por ello, contengo duda de nombrarle nominar poeta a cualquier espécimen, valga el afijo y sufijo para no ser sexista. El poeta de boina murió en la caída del muro de Berlín, el poeta pastiche emigró al olvido, el poeta burgués es el que ha returned now. Primero, hacen excursiones disfrazadas de encuentros, supeditan los mejores manjares, se fotean, hacen payasadas, se videografean, todo ello en el encuadra de una libertad remediable y aceptable, no se reprime a nadie. Lo discutible, es que nada de eso determina que es ser poeta. Las verdaderas obras surgen en el silencio de la noche, en la innovación, en la ruptura del sistema de la lengua, en la gruta del grito. Ser poeta, no es hacer solidaridad, o predicar humanismos; para eso están las religiones, o los partidos políticos. El poeta es un ser que hace aprehensión del mundo, para leerlo, para interpretarlo en sus más altas elevaciones de creatio e inventio. Tampoco ser poeta es ser amigo de otros poetas, recibir aprobación o desaprobación o el hipócrita aplauso. Nada de eso tiene que ver con el acto en potencia de ser poeta. Para finalizar el preámbulo, un poeta verdadero no deja de ser poeta, aun cuando alguien que lo niega no es poeta.

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