Antología poética
Estación del Laberinto (2024)
Octavio Paz
COMPILADORES
Oscar Sierra Pandolfi
Melvin Salgado
Antología Poética
Estación del Laberinto
Octavio Paz ©
Percepciones fugaces sobre la obra poética de Octavio Paz
Oscar Sierra Pandolfi
Vacilaciones
No es imposible escribir palabras a medias sobre la poética de Octavio Paz, es inmensa, prolifera, tierna, universal, novedosa, ultraísta, surrealista, vertiginosa, intelectiva, craneal, y amorosa. Además de sus profundas cosmovisiones, la poética de Paz se centra en el descubrimiento heurístico, del apotegma metafórico, indexado al universo de culturas que contuvo en sus proximidades personales: japonesa e hindú. Navegar en la lectura de “piedra de sol” o los “hijos del olmo”, a “la orilla del mundo”, “Raíz del hombre”, “noche de resurrección”, y “estación violenta”, es una producción de cariz personal, y donde Octavio Paz afloró su madurez intelectual en la construcción del poema, donde el mismo expresa: “que el poema es el poeta mismo”. Paz nunca tuvo intención de elaborar una antología personal de su propia obra literaria, sin embargo, aceptó la posibilidad de agruparla como una especie de rompecabezas cósmicas, que impulsa el ser hacia adelante, hacia la incertidumbre transformada en palabras, en lenguaje, y que la deconstruye al mismo tiempo, uniéndose a los primeros frentes vanguardistas hasta su encuentro con Breton.
En el caso que nos ocupa: “Libertad bajo palabra; nunca pretendió ser una antología, sino la reunión de su poesía escrita desde 1935 hasta 1957”.
La transformación que se presenta en la obra poética de Paz, es evidente en su conciencia estética. Su conciencia estética transparente y comprende que el automatismo podía amalgamar la exigencia lírica, de una forma a otra, la reescritura fuera inapelable, un contrapunto de obra abierta, lo sensitivo, el interior, el exterior de las cosas, y dejar discurrir el lenguaje mismo de la subjetividad con el lenguaje social, al mismo tiempo abarcando lo universal. Pero como cosa notable, se trata de un libro sometido a continuas metamorfosis a lo largo de casi medio siglo (por lo menos desde la edición de 1960 hasta la aparecida en sus Obras completas de 1997).Algunos críticos traslucen que Paz, llegó al límite de plantear hasta 6 versiones y ediciones. En efecto, Octavio Paz se encargó de ofrecer hasta seis ediciones diferentes (aunque semejantes) que se corrigen entre sí; especialmente centró su atención en revisar sus poemas de los años treinta y cuarenta, algunos de los cuales nunca terminaron de satisfacerlo.
Vacilaciones 1
El poemario “Libertad bajo palabra”, agrupa una vasta reunión de 5 puntos: Bajo tu clara sombra, Calamidades y milagros, Semillas para un himno, ¿Águila o sol? y La estación violenta, entre otros poemas en clave literaria.
Los poemas elegidos entroncan a un poeta, en la plenitud de la realización, dedicado profundamente al poema y al ensayo. Uno de los criterios antológicos, es que el fluir metafórico, el arduo trabajo estrófico que el ritmo soslaya una perfección precisa. Las texturas, sus adjetivaciones, sus eclosiones que magnetizan el fondo y forma de la obra poética de Octavio Paz, intercalan la agudeza visual, la intervalante destreza fónica del poema y el territorio explorado del interior humano. Solamente le son comparables Paul Valery y André Breton entre otros de su generación como Javier Villaurrutia.
La primera sección, Bajo tu clara sombra, reúne poemas del Paz veinteañero -de 1935 a 1944-agrupados en seis poemarios: Primer día (1935), Bajo tu clara sombra (1936), Raíz del hombre (1935-36),Noche de resurrecciones (193- 9), Asueto (1939-44) y Condición de nube (1944).
Vacilaciones 2
Es importante el lance de piezas donde Paz, al iniciar con motivos liricos que tienen como paisaje la naturaleza, el sol, el mar, la montaña y corporiza, espiritualiza, ferviente, cálido, digno, hondo, universal, tiradas las palabras sobre el césped, Paz, subraya su pasión por lo humano y la naturaleza que sobreviene de los filosofa griegos, Heráclito, el no volver andar en las mismas corrientes, además, del fruto convertido en cuerpo, la piedra convertida en sol, la flor en piedra, la sed en agua, y el agua en sal.
Bajo del cielo fiel Junio corría
arrastrando en sus aguas dulces fechas,
ardientes horas en la luz deshechas,
frutos y labios que mi sed asía.
Sobre mi juventud Junio corría:
golpeaban mi ser sus aguas flechas,
despeñadas y oscuras en las brechas
que su avidez en ráfagas abría.
(de “Sonetos”, Primer día, 1935).Cuando su referencia cautiva su juventud, estas construcciones cargan la energía de Paz en sus primeros pasos entroncados, en sus primeros flashes.
El verso es jovial, contiene fuerza, aunque merecedora de la reescritura, y da un salto a lo erótico, en palabras de Bataille, el eros es la muerte, es la aproximación al suigéneris del mundo, es el asomo a lo discreto, a la pestaña del subterráneo del mundo, es discurrir en la gota de rocío como un caudaloso manantial que nos lleva a la distopía. “Deja que una vez más te nombre, tierra, / y que mi lengua sepa a tu sustancia.” (Bajo tu clara sombra).
El poema erógeno, primigenio en la obra de Paz, porque se abre a un efecto simulador que proyectan las mismas vanguardias en sus poderosos juegos verbales: Raíz del hombre, –poema cuasi-extenso en su versión original-constituye el testimonio fundador de la estética del “cuerpo a cuerpo” de la poesía paciana:
(…) bajo el gran árbol de mi sangre,
tú reposas. Yo estoy desnudo
y en mis venas golpea la fuerza,
hija de la inmovilidad.
Éste es el cielo más inmóvil,
Y ésta la más pura desnudez.
Tú, muerta, bajo el gran árbol de mi sangre.
Así mismo, al recorrer de manera holoáxica la producción poética de Octavio Paz, nos revela que es un poeta importantísimo en la literatura moderna de Latinoamérica. Por ello, la respectiva muestra nos adelanta, y nos abre una compuerta al goce erótico, filosófico, de un poeta, que nos asintió con sus ópticas, prevalencias, meditaciones, y augurios, de como seria el confrontamiento del poema ante la técnica, solamente, estudiando su teoría poética y sumergiéndonos en su obra creativa, podríamos develar que su obra literaria cobra vigencia, aun en la segunda década del siglo XXI.Recordamos uno de los poemas más significativos de la primera etapa de la obra de Octavio Paz (1914-1998), “Himno entre ruinas”. Paz recibió el Premio Nobel en 1990. Hace un par de años Eliot Weinberger revisó la poesía de Paz para publicar el volumen The poems of Octavio Paz en New Directions.
donde espumoso el mar siciliano…
Góngora
Coronado de sí el día extiende sus plumas.
¡Alto grito amarillo,
caliente surtidor en el centro de un cielo
imparcial y benéfico!
Las apariencias son hermosas en esta su verdad
momentánea.
El mar trepa la costa,
se afianza entre las peñas, araña deslumbrante;
la herida cárdena del monte resplandece;
un puñado de cabras es un rebaño de piedras;
el sol pone su huevo de oro y se derrama sobre el mar.
Todo es dios.
¡Estatua rota,
columnas comidas por la luz,
ruinas vivas en un mundo de muertos en vida!
Cae la noche sobre Teotihuacan.
En lo alto de la pirámide los muchachos fuman marihuana,
suenan guitarras roncas.
¿Qué yerba, qué agua de vida ha de darnos la vida,
dónde desenterrar la palabra,
la proporción que rige al himno y al discurso,
al baile, a la ciudad y a la balanza?
El canto mexicano estalla en un carajo,
estrella de colores que se apaga,
piedra que nos cierra las puertas del contacto.
Sabe la tierra a tierra envejecida.
Los ojos ven, las manos tocan.
Bastan aquí unas cuantas cosas:
tuna, espinoso planeta coral,
higos encapuchados,
uvas con gusto a resurrección,
almejas, virginidades ariscas,
sal, queso, vino, pan solar.
Desde lo alto de su morenía una isleña me mira,
esbelta catedral vestida de luz.
Torres de sal, contra los pinos verdes de la orilla
surgen las velas blancas de las barcas.
La luz crea templos en el mar.
Nueva York, Londres, Moscú.
La sombra cubre al llano con su yedra fantasma,
con su vacilante vegetación de escalofrío,
su vello ralo, su tropel de ratas.
A trechos tirita un sol anémico.
Acodado en montes que ayer fueron ciudades,
Polifemo bosteza.
Abajo, entre los hoyos, se arrastra un rebaño de hombres.
(Bípedos domésticos, su carne
-a pesar de recientes interdicciones religiosas-
es muy gustada por las clases ricas.
Hasta hace poco el vulgo los consideraba animales impuros.)
Ver, tocar formas hermosas, diarias.
Zumba la luz, dardos y alas.
Huele a sangre la mancha de vino en el mantel.
Como el coral sus ramas en el agua
extiendo mis sentidos en la hora viva:
el instante se cumple en una concordancia amarilla,
¡oh mediodía, espiga henchida de minutos,
copa de eternidad!
Mis pensamientos se bifurcan, serpean, se enredan,
recomienzan,
y al fin se inmovilizan, ríos que no desembocan,
delta de sangre bajo un sol sin crepúsculo.
¿Y todo ha de parar en este chapoteo de aguas muertas?
¡Día, redondo día,
luminosa naranja de veinticuatro gajos
todos atravesados por una misma y amarilla dulzura!
La inteligencia al fin encarna,
se reconcilian las dos mitades enemigas
y la conciencia-espejo se licua,
vuelve a ser fuente, manantial de fábulas:
Hombre, árbol de imágenes,
palabras que son flores que son frutos que son actos.
A un compañero muerto en el frente de Aragón
I
Has muerto, camarada,
en el ardiente amanecer del mundo.
Y brotan de tu muerte,
tu mirada, tu traje azul,
tu rostro sorprendido entre la pólvora,
tus manos sin violines ni fusiles,
desnudamente quietas.
Has muerto. Irremediablemente has muerto.
Parada está tu voz, tu sangre en tierra.
Has muerto, no lo olvido.
¿Qué tierra crecerá que no te alce?
¿Qué sangre correrá que no te nombre?
¿Qué voz madurará de nuestros labios
que no diga tu muerte, tu silencio,
el callado dolor de no tenerte?
Y alzándote,
llorándote,
nombrándote,
dando voz a tu cuerpo desgarrado,
sangre a tus venas rotas,
labios y libertad a tu silencio,
crecen dentro de mí,
me lloran y me nombran,
furiosamente me alzan,
otros cuerpos y venas,
otros ojos de tierra sorprendida,
otros ojos de árbol que pregunta,
otros negros, anónimos silencios.
II
Yo recuerdo tu voz. La luz del Valle
nos tocaba las sienes,
hiriéndonos espadas resplandores,
trcando en luces sombras,
paso en danza, quietud en escultura
y la violencia tímida del aire
en cabelleras, nubes, torsos, nada.
Olas de luz, clarísimas, vacías,
que nuestra sed quemaban como vidrio,
hundiéndonos, sin voces, fuego puro,
en lentos torbellinos resonantes.
Yo recuerdo tu voz, tu duro gesto,
el ademán severo de tus manos;
yo recuerdo tu voz adversaria,
tu palabra enemiga,
tu pura voz de odio,
tu tierno, fértil odio,
tu frente generosa como un sol
y tu amistad abierta como plaza
de cipreses severos y agua joven.
Tu corazón, tu voz, tu puño vivo,
detenidos y rotos por la muerte.
III
Has muerto, camarada,
en el ardiente amanecer del mundo.
Has muerto cuando apenas
tu mundo, nuestro mundo, amanecía.
Llevabas en los ojos, en el pecho,
tras el gesto implacable de la boca,
un claro sonreír, un alba pura.
Te imagino cercado por las balas,
por la rabia y el odio pantanoso,
como tenso relámpago caído,
como blanda presunción del agua,
prisionera de rocas y negrura.
Te imagino tirado en lodazales,
caído para siempre,
sin máscara, sonriente,
tocando, ya sin tacto,
las manos de otros muertos,
las manos camaradas que soñabas.
Has muerto entre los tuyos, por los tuyos.
A la orilla del mundo
(Canción mexicana)
Mi abuelo, al tomar el café,
me hablaba de Juárez y de Porfirio,
los zuavos y los plateados.
Y el mantel olía a pólvora.
Mi padre, al tomar la copa,
me hablaba de Zapata y de Villa,
Soto y Gama y los Flores Magón.
Y el mantel olía a pólvora.
Yo me quedo callado:
¿De quién podría hablar?
Ladera este
(México: Olimpiada de 1968)
(Quizá valga la pena
Escribirlo sobre la limpieza
De esta hoja)
No es límpida:
Es una rabia
(amarilla y negra
Acumulación de bilis en español)
Extendida sobre la página.
¿Por qué?
La vergüenza es ira
Vuelta contra uno mismo:
Si
Una nación entera se avergüenza
Es león que se agazapa
Para saltar.
(Los empleados
Municipales lavan la sangre
En la Plaza de los Sacrificios.)
Mira ahora,
Manchada
Antes dehaber dicho algo
Que valga la pena,
la limpidez.
Ladera este
TECHNEWS
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