1889 1920 EL CUENTO HONDUREÑO A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX OSCAR SIERRA PANDOLFI

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1889 1920

EL CUENTO HONDUREÑO A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX

OSCAR SIERRA PANDOLFI


La narrativa, específicamente el cuento clásico en Honduras, se inmiscuye en una estructura que se conoce en la teoría literaria: “presentación, nudo y desenlace”, sin diluir las teorías narratológicas expuestas por Propp, Greimas, Todorov entre otros. El tipo de narrativa llamada cuento a finales del siglo XX, tiene que ver con las reminiscencias de la decadencia estilística del romanticismo y formas del modernismo Dariano. Por lo tanto, no existe una conciencia literaria ni formal para generar creatividad ficticia y novedad en la obra literaria. Es resultado de espontaneidades como son los casos de Ramon Rosa, “mi maestra la escolástica” , que no podría catalogarse de cuento en ninguna forma, ni clásica, ni moderna. El aparejo didáctico y las travesías ensayísticas evitan el proceso actancial , lo que implica que habría que descartarlos en el origen del cuento hondureño . Al igual se le atribuye a Rómulo E. Durón un premio de cuento de los juegos florales de Tegucigalpa en 1906. En cambio, es necesario dilucidar lo que plantea Gaitán (2008) en su tesis doctoral “a partir de aquí, se podría decir que el cuento es visto como un género literario.” Consecuentemente, el cuento galardonado, no contiene los elementos idóneos del cuento clásico para determinarlo como tal. Primero, se trata de una especie de postal, lo plano, el abuso y fallas del lenguaje, es decir, carece del componente narratorio, como ser un conflicto, un clímax y un final que destaque de forma estética, es así que se debe considerar a la “campana del reloj” una estampa local o primitivismo emergido en la conciencia reducida del localismo. En tal sentido no representa la primera intención literaria de escribir cuento . Considerando, que los primeros escritores que se orientan a escribir cuentos de alto alcance literario en los inicios del siglo XX son: Froilán Turcios y Juan Ramon Molina, aunque bajo las tendencias del periodismo como lo expresa Rama (1985):
La renovación de la lengua literaria también se relaciona con el hecho de que los modernistas fueron los primeros escritores profesionales de Hispanoamérica. Muchos de ellos trabajaron como periodistas. Difícilmente se puede pensar que esta labor constante sobre la lengua no haya mellado en ellos. Es decir, también podemos pensar que el lenguaje periodístico fue como una de las varias y múltiples influencias en el lenguaje poético modernista.
El cuento en Honduras, podría catalogarse muy productivo, y recreativo. Aunque no evolutivo en el sentido innovador y transformador. Su despliegue siempre se constituyó una forma de liar con los contextos socio/históricos políticos que se emergían a principios del siglo XX en las primeras dos décadas, donde se emergían los escuálidos conflictos de las guerras intestinas entre nacionalistas y liberales. Por lo que todavía la crítica literaria, sigue afirmando la falacia, que hay escasez cuentística a nivel cuantitativo, contrario a ello, se supera el ranking de producción de libros de cuentos. En cambio, en la parte cualitativa, donde es escasa la producción de cuentos que reflejen innovaciones y aportes en los niveles técnicos-formales, y para que conformen una propuesta de largo alcance estético. Consecuentemente, su despegue, no constituye justificación de tal juicio, su demora, no se ajusta a las rémoras de los cuentos de Froilán Turcios, exceptuando lo que afirma Salinas Paguada, uno de los primeros críticos en analizar la historia del cuento en Honduras durante el siglo XX, en su “Breve reseña del cuento hondureño”, donde indica: “Los primeros intentos por definir y modernizar el cuento en Honduras fueron realizados por la generación de “Grupo Renovación” en la década del 20”, (Salinas Paguada, 1981: 504).Aunque se le reste a la lista de nombres que deben ir sumidos en la conformación panorámica del cuento hondureño, y aunque se delata el siguiente argumento:
Los orígenes del cuento hondureño, como los del resto de los países centroamericanos, están en el cuadro de costumbres. La primera vez que se use oficialmente el término “cuento” en Honduras será en 1906, año en el que se convoca un concurso de cuento y que es ganado por Rómulo E. Durón, cuya carrera escritural siguió más por el camino del ensayo que por el de la ficción. CITA
El género cuento clásico es una estructura compleja, igualmente hace aparición al mismo tiempo la teoría clásica donde está contenida por una estructura composicional-secuencial, y donde se desarrolla la manera en cómo se presenta la historia lineal, y además como el discurso coincide con lo narratorio; tal como lo expresa Zavala , L (2013) “ En cambio, el cuento moderno tiene una estructura fragmentaria. Y el cuento posmoderno está formado por simulacros de secuencialidad y fragmentación”. En otro orden de ideas, Froilán Turcios al igual que Juan Ramón Molina, crean el cuento literario, en el sentido estricto del término. Se pueden visualizar a grandes rasgos, algunos elementos biográficos del escritor Turcios:
«Su nombre completo era de Froilán de Jesús Turcios Canelas (1875-1943). Poeta, narrador, editor, antólogo, político, diplomático y periodista hondureño que junto a Juan Ramón Molina fue el intelectual de Honduras más importante de principios del siglo XX. Turcios fue un cuentista de finos rasgos preciosistas, inclinándose a los temas violentos. Inició en Honduras en el siglo XX el género del cuento. Además de cultivar la poesía preciosista, elaboró sus relatos como filigranas estilísticas. Sus textos en prosa, influidos por el italiano Gabriele D'Annunzio, se caracterizan por la pericia en la trama, el valor exacto y a la vez ornamental de las palabras y los finales inesperados o impactantes que marcaron luego buena parte del género en América Latina.»
Basado en lo anterior, los aciertos estéticos atravesados por influencias como D'Annunzio, reflejan de forma precisa la ubicación de la literatura hondureña en el contexto universal a principios del siglo XX. Considerando un microanálisis de una muestra de cuentos del autor antes citado. El cuento “El tigre”, incluso sobresale el libro “Cuentos del amor y la muerte”(1930) y “hojas de otoño” (1904).
En la casa montañera resonaban terribles lamentos en la sombría noche de junio. La alegre Juanita, de once años de edad, fué víctima de la bestial lujuria del bandolero José Garmendia (a) el tigre, que merodeaba por llanuras y serranías, marcando su huella con toda clase de infamias.
La pobre criatura fué asaltada por el feroz criminal a cien metros de la casa, en la vereda del Ojo de Agua. A sus agudos gritos acudieron la madre y las hermanas, pues los hombres no habían regresado de los tabacales de la vega. Pero llegaron tarde. El bruto —tras la vil satisfacción de su deseo —huía velozmente por entre los árboles.
En la primera estructura gramatical se soslaya el ámbito de sememas geográficos que se vierten en el naturalismo de Flaubert, entre tanto se le consideró de forma sistemática un movimiento literario, artístico y filosófico que surgiría en el siglo XIX, contrapuesto al idealismo y el romanticismo, donde se convertiría en una continuación del realismo; pero de forma más intensa o radical; oponiéndose a los lineamientos del romanticismo “ en donde se buscaba un ideal romántico con tendencias metafísicas, oponiendo a ello el naturalismo, que tomaba como base el tratamiento científico de la naturaleza, enfocado a las condiciones sociales y subjetivas del ser humano”, así mismo tomando como fundamento una conceptualización aprehensiva ontológica propia de lo natural, definido como el naturalismo en los principios científicos del determinismo empírico y del realismo racionalista, lo que se lograría comprender por un realismo elevado a su máxima expresión.
Entretanto la presencia de la naturaleza es ajena al propio modernismo como movimiento estético que surge a finales del siglo XIX, bajo la sombra del poeta Rubén Darío, aunque extrae influencias de los poetas malditos franceses entre ellos : Baudelaire, Rimbaud y Stéphane Mallarmé. El juego de lexemas de geografía física orográfica “montañas, serranías, llanuras” y luego marcadores semánticos como los adjetivos propios de componentes románticos antes los cuales el mismo modernismo había rechazado: ( sombría, terribles, bestial, infamias, feroz, agudos), que lindan más con la forzosa creatividad en el nivel sintagmático del texto narrativo. Esto significa que le restan fuerza a la imagen literaria. Excepto, el símbolo del tigre, donde de forma semiótica, soslaya los rudimentarios rasgos del ser humano en estado de salvajismo.
La alteración de los comportamientos en los personajes, donde el humano se vuelve animal, y el animal alcanza la humanidad, esa transposición en el acto de violación y la presencia del tigre, conforman ambivalencia. El estado de sadismo del hombre y el estado de solidaridad instintiva del tigre. Esto valida los rasgos estéticos que permiten digerir que Turcios maneja técnicamente la trama y el asunto narrativo, a pesar de ser un cuento clásico, destacado y orientado a lo que hoy se le llama mini ficción en palabras Zavala (2008). Al igual , Funez A, (1998) plantea que Turcios absorbe la influencia de los narradores franceses en una especie de efecto simulador:
Turcios había dado a conocer gran parte de los quince cuentos de Hojas de otoño, que aparecen bajo el sugerente título de «Cuentos crueles», el mismo nombre con el que el francés Villiers de l’Isle Adam había bautizado un conjunto de relatos en 1883. Pero, ¿qué tienen de «crueles» los cuentos de Turcios? Es importante establecer que desde finales del siglo xix el poeta se siente atraído por una de las expresiones de la literatura modernista que Rubén Darío elogió en su libro Los Raros (1893): el decadentismo. Froylán Turcios fue quizá uno de los modernistas más implicados en la adopción de muchos de los tópicos finiseculares decadentes, entre los que sobresale la mujer fatal y como arquetipo femenino el de Salomé. Turcios tampoco pudo resistirse a esa tradición y en Hojas de otoño le dedica el cuento «Salomé». Pero también aparecen otras mujeres fatales en los relatos «Tristeza de otoño» y «En la sombra profunda» CITAR
En otro orden de ideas, siguiendo los criterios y planteamientos del estudio literario del crítico y poeta José Antonio Funez , uno de los escritores que ha indagado a profundidad la obra de Turcios.
Considerando algunos indicios y sospechas que se sostienen en forma implícita en la estructura cuentística de Froilán Turcios, sobre las adherencias del cuentista norteamericano Edgar Allan Poe, lo que se podría reflejar en los rasgos distintivos de los cuentos del autor antes mencionado:
Poe afirmaba que no existe nada más poético y literario que la muerte de una mujer hermosa y joven. El escritor pretende alcanzar la belleza a través, precisamente, de la ausencia de esta. Se trata de una importante contradicción, la clave de los relatos de Poe reside precisamente en esto: en la constante contradicción que encontramos representada de diferentes formas -una de ellas, el cuervo, que a menudo aparece como simbolismo sobre la paradoja de la situación-, en la obsesión por lograr deseos inalcanzables, como por ejemplo, reencontrarse con su amada, que ha muerto. Se dice que esta idea aparece tanto en sus escritos porque su mujer, Virginia, murió también a una temprana edad.
Por lo tanto, las semejanzas que se libran entre Turcios y Poe, se trazan en una línea delgada de influencia y copismo. Tanto en los dos autores, aparecen referencias y símbolos del universo grecolatino, que fue propio del romanticismo y al mismo tiempo del modernismo. Segundo, Poe, hace mover a sus personajes en mundos fantasmales. Al igual , Turcios, inserta en la novela “Fantasma” dichos elementos, tercero, la obsesión tanatológica y homicida que gravita en torno a los temas de complejos como la culpa, y el deseo siempre dibujado de forma macabra y llena de ambientes de horror. Lógicamente que Poe fue considerado un romántico y modernista, así se ha clasificado a Turcios, fuera de toda sospecha, con la capacidad narrativa imitativa de sustraer al narrador norteamericano. Según prosigue Funez (2008):
Otros de los tópicos del decadentismo que se pueden advertir en Hojas de otoño son el incesto, en «El tío Roberto» y el tema del fetichismo en «La musa Melancolía» y «Día de invierno». Sin embargo, la corriente decadentista se caracterizó también como una estética en la que abundaban los colores oscuros, los paisajes invernales y melancólicos, relatos en donde suelen aparecer como únicos personajes un hombre y una mujer, pero en donde los principales contendientes son el amor y la muerte. Algunos de los títulos resultan más que sugerentes: «La noche de difuntos», «Día de invierno», «En la sombra profunda» y «Tristeza de otoño».
Lo anterior concatena lógicamente con las comparaciones que se amalgamaron con respecto a Poe. No obstante, Turcios, recurre a tonos exaltados sin recurrir a lo sangriento o lo ambiguo. Logra equilibrar entre la decadencia del tono nostálgico y trágico. Esto significa, que deja vivir a los personajes en situaciones de cariz armónico, y luego soslayarlos a la muerte combinados con el tratamiento erótico del amor.
Aunque Turcios, no deja de poseer fallas gramaticales y deficiencias estéticas por contener ciertas figuras de ritmo romántico muy en desfasadas en el momento en que se asoman las vanguardias. El desplome del modernismo Angel Rama nos asevera que el hombre ilustrado o de letras mantenía el ejercicio de la escritura misma como herramienta precisa e idónea que acapara el fortalecimiento de la administración colonial donde se expande a las laderas rurales para exigirles que se sometan a los niveles de la clase urbana donde aflora el fuerte simbolismo cultural.
Rama no se refiera únicamente al hombre de letras, sino que use una denominación más amplia y política: la del letrado. El letrado colonial se caracteriza por su condición urbana y elitista, y por su adhesión a la norma colonial mediante su propio poder que es el de la escritura.
Por lo tanto los paisajes tanto rurales y urbanos en que se desplazan y desarrollan los personajes de Turcios considerando el ideal todavía del barbarismo y de la inconciencia simbolizada a través del uso del arma. Donde no se logra el manejo de la alegoría que es propia del modernismo “Así anduvo meses y meses, vil carroña humana, hartándose de estiércoles y abrevando en los fangales de los cerdos; cada día más horrible, más execrable, más ignominioso.”
La situación ficticia es sencillamente la trasposición de la realidad observada viviente y vivida del personaje. Se mantiene una correlación implícita entre el autor y el personaje. Además, el cronotopo, o sea relación tiempo espacio, refleja la forma económica y social de la vivencia actancial de la mayoría de los cuentos de otoño . Esto tiene una implicatura más orientada a la página periodística de la época de inicios del siglo XX. Esto se origina cuando las noticias de crímenes despertaban la sensibilidad del lector. Es decir, el relato más orientado a la crónica, a la noticia, al escándalo o al hecho criminal. Sin embargo, Turcios, en la “mejor limosna” revela la osadía de la indiferencia, el alejamiento y el desembrague del cuento hacia el sentimentalismo se pierde. Traza de forma precisa el final, con la muerte, dos personajes contrapuestos que se dilucidan en la narrativa realista de Balzac y de Maupassant en “Bola de Sebo” o en la “Orla”. Es un realismo prematuro con el maquillaje del romanticismo y el olor del modernismo adjetivado. Prosigue A. Rama(1985) :
La renovación, en este contexto, puede ser entendida como contradicción. Contradicción y heterogeneidad son, justamente, calificativos que encajan perfectamente en el contexto modernista. El sistema de versificación métrica castellana se renovó gracias al cuidadoso trabajo de los poetas modernistas sobre el cuidado del verso y del lenguaje poético. La controversia se instaló, según Rama, por la incorporación de los modos expresivos del pueblo americano (174). En este sentido, Rubén Darío fue uno de los principales referentes y uno a seguir teniendo siempre en cuenta.
Basado en lo anterior , el modernismo, constituye una elevación de intelección poética y una aprehensión sublime alegórico del lenguaje en todas sus ondulaciones de geometrización rítmica. Aunque contrario a lo reflejado en los filamentos enunciativos del cuento “La mejor limosna” , corresponde más a lo que se asevera en el realismo dicotómico entre la pobreza y el poder, entre el tener y el no tener, es decir el viejo dogma del bien y el mal, se potencializan dando lugar al realismo centrífugo y al naturalismo implícito que se sostendría a través del ornatus modernista.
El siniestro manco Mena, recién salido de la cárcel donde purgó su vigésimo asesinato, constituía otro motivo de terror en la comarca, azotada de pronto por furiosos temporales. Llovía sin cesar a torrentes; frenéticos huracanes barrían los platanares y las olas atlánticas reventaban sobre la playa con frenéticos estruendos.
En una de aquellas pavorosas noches el temible criminal leía en su cuarto, a la luz de la lámpara, un viejo libro de trágicas aventuras, cuando sonaron en su puerta tres violentos golpes.
De un puntapié zafó la gruesa tranca, apareciendo en el umbral con el pesado revólver a la diestra. En la faja de claridad que se alargó hacia afuera vio al leproso destilando cieno, con los ojos como ascuas en las cuencas áridas, el mentón en carne viva, las manos implorantes.
-¡Una limosna!- gritó -¡Tengo hambre! ¡Me muero de hambre!
Sobrehumana piedad asaltó el corazón del bandolero.
-¡Tengo hambre! ¡Me muero de hambre!
El manco lo tendió muerto de un tiro exclamando:
-Esta es la mejor limosna que puedo darte.
En el ejemplo anterior se refleja distintivamente el albor del realismo acude a lo que Bobes afirma, cuando uno o varios personajes intervienen en su propia voz una palabras o lexemas que van a priori reproducidas por el narrador mismo en el diálogo diferido o resumido.
(vid.): «los personajes, que ya tenían cuerpo, empiezan a cobrar voz ante la voluntad del narrador de retirarse para dejarlos solos directamente ante el lector» (Bobes, 1993: 216).
Lo anterior es una forma propia del cuento que subsume al realismo como tal a la captación u a la aprehensión del sujeto y del sujeto tal como lo concibe la percepción sensorial del personaje “El Manco” y el “mendigo” conduce el hilo narrativo contrapuesto a un sujeto disyuntor (El Manco), promueve el movimiento o desplazamiento interior de los sentimientos en forma indiferente , en la retórica se le llama etopeya . Y a la vez se emiten una secuencia oracional en el diálogo , donde se subraya el plano textual con respecto a la perspectiva de focalizar los hechos para contarlos. Es asimismo, para Barthes (1978): los discursos son conjuntos verbales supraoracionales y diferencia tres clases dentro de una tipología del discurso: a) el metonímico, característico del relato(En la faja de claridad que se alargó hacia afuera vio al leproso destilando cieno) luego; b) el metafórico, peculiar de la lírica y obras de tenor sentencioso; (En una de aquellas pavorosas noches el temible criminal leía en su cuarto, a la luz de la lámpara, un viejo libro de trágicas aventuras, cuando sonaron en su puerta tres violentos golpes). c) el entimemático, que es el discurso intelectual, silogístico (con los ojos como ascuas en las cuencas áridas, el mentón en carne viva, las manos implorantes).
Por lo tanto la tipología anterior, se logra identificar en el relato de Turcios “La mejor limosna” y en los otros que se encuentran en los libros antes y después del mismo. Siguiendo con los planteamientos de Funez (2008) donde se evidencia lo que anteriormente se propuso sobre la influencia de Edgar Allan Poe:
Como buen modernista, Turcios sitúa a todos sus personajes en ambientes cosmopolitas, con caracteres y gustos decididamente europeos. Pero no sólo se le debe a este escritor el haber introducido el relato cosmopolita en Honduras, sino que él fue el primero en incorporar el relato fantástico en la narrativa hondureña, como puede observarse en «El caso de Ernesto» y «La novia de Ludovico». El interés de Turcios por la literatura fantástica lo llevaría a ser admirador de Edgar Allan Poe, uno de los grandes maestros del género. En «La risa de la muerte» resultan evidentes las huellas intertextuales del célebre relato de Poe «La barrica de amontillado».

Otro aspecto importante que se debe tratar en la narrativa de Turcios que se aparta de la línea delgada del modernismo con respecto al naturalismo tratado en la mayoría de sus cuentos. En otro orden de ideas, Rama, al demostrar que la renovación misma de la dimensión lingüística en el modernismo se deja atrás de los paradigmas del romanticismo y del realismo.
Porque se raía la búsqueda de otros senderos psicolingüísticos aunados a nuevas preminencias estéticas flexibles:
La búsqueda de una lengua flexible no significa, sin embargo, que los modernistas no hayan buscado incesantemente términos universales. Estos reflejarían sus inquietudes artísticas y sus ansias de sentirse parte del contexto cultural mundial. Ahí se halla lo que para Rama es la universalidad del Modernismo o, como él titula, la interpretación americana del texto universal.
Podría resultar que “hojas de otoño” según Funes (2008) sería en términos factibles una de las mejores obras concebidas por Turcios en condiciones estéticas y literarias dentro del cuento clásico a principios del siglo XX. Aunque sus relatos ronden escenarios sombríos y personajes fantasmales apegados a Poe, y entre otros, figuran con el realismo y de alguna manera al naturalismo expuesto en sus raicillas textuales ocultas.
Por último, resulta imprescindible destacar en Hojas de otoño uno de los cuentos mejor concebidos de Turcios: «Amor sacrílego», donde se manifiesta ese motivo finisecular que liga lo espiritual con el placer del sacrílego. En este cuento, un joven sacerdote sufre los tormentos más atroces para aplacar sus tentaciones carnales. La soledad, el enclaustramiento sombrío, la autoflagelación, sus desesperados ruegos a un Cristo de bronce, de nada le sirven; su «ansia de amores y placeres» no le da tregua. El final resulta truculento, en suma efectista, y se encuentra directamente conectado con el ritmo que adquiere el relato desde el comienzo. Estamos, sin embargo, ante una de las mejores piezas de la narrativa modernista hispanoamericana, un cuento que evidencia la gran capacidad de Froylán Turcios como esteta consumado del modernismo.( Funez 2008).
El personaje sacerdote se sostiene en un telling y en un showing, donde se permuta el relato de acontecimientos y el relato de palabras. Turcios, con dicho cuento se mueve más al showing, muestra al desnudo las sensaciones gélidas y desacato de las represiones conductivistas en que se están gestando las orientaciones psicoanalíticas de la época a inicios del siglo XX. Hay un alcance del escritor al ubicarse en una especie de sincronía con el desarrollo de la ciencia de la mente en la época de inicios del siglo XX. Porque lo del sacerdote, incurre en la violencia y en las autoflagelaciones, se piensa en Masoch y en Sade.
Basado en algunos elementos teóricos que pueden dilucidar que el narrador empleado por Turcios en algunos cuentos carece de estructura intersubjetiva; lo que posibilita que el texto narrativo en el nivel verbal contenga una simetría entre la existencia del narrador y la entidad narratoria. Como lo expresa Orejuela (2018):
Al producir un texto estructurado en su base misma por la lengua, el escritor construye, quiéralo o no, sépalo o no, gracias al fundamento lingüístico de la intersubjetividad, un yo narracional, implícito o explícito, que se dirige a un tú narracional asimismo implícito o explícito. Narrador y narratario tienen, por tanto, una existencia textual y en esa medida no se confunden con el escritor y el lector, que pertenecen a una esfera «exterior» a la textual aunque en relación necesaria con ella.
Quizás dichas escenas resten fuerza estética por el grado de representatividad y menos esfuerzo por la alegoría metafórica en la que acudían los verdaderos escritores del modernismo como el mismo Darío en “Motivos del Lobo”. Entonces se dilucida que sea un consumado modernista, cuando en verdad, auguró una simbiosis entre rastros de romanticismo, caracteres del naturalismo y espacios del realismo, para dar lugar a ciertos tonos modernistas a través de efectos y ritmos poéticos.
Ya que sus cuentos llevan precedidos las leyes de los cuentos planteados por Poe. Una vez que se pueda percibir la lectura de uno de los cuentos inminentes de Poe, se podría catalogar las apreciaciones dispositivas de lo que se viene planteando, como es el caso del cuento “Cat black-Gato negro” que se mueve en las siguientes acotaciones argumentativas:
La historia que se desarrolla en The black cat (El gato negro) cuenta el relato de un hombre que tenía desde niño un especial afecto por los anima- les. En su casa, que compartía con su esposa, te- nía un pez dorado, algunos conejos, un mono, un perro, algunos pájaros, y un gato negro llamado “Plutón”, que era el preferido entre sus mascotas. Con el tiempo, comenzó a maltratar a sus animales e incluso a su esposa. Estando alicorado, llegó a sacarle un ojo a su gato Plutón con un corta puntas y días después lo ahorcó colgándolo de un árbol con un cordón.
Por lo que el cuento se plantea de forma inquietante y extraña, la tortura hacia el gato, es semejante a la del sacerdote en Turcios, esto equipara la influencia de Poe sobre Froilán. La idea de la perversidad como una mediación entre la ruptura de la regla o del simple hecho de llegar a un acto por sublimación e intemperancia, donde se ausculta lo demoniaco propio de los romanticismos extraídos de “Fausto” de Goethe:
Todo se inicia, cuando Fausto, se siente abatido e inmerso en una soledad, y tiene la necesidad de tener un acercamiento con lo sublime, ocurre porque no puede percibir la belleza que Dios creo en el universo y sus maravillas. Siente un profundo anhelo de ser venerado, adorado y amado; al parecer que el saber que ha acumulado durante su existencia le resulta poco, entonces, es la fuerza de Mefistófeles, le miente y lo conduce para que disfrute como nunca, pero, de una forma insatisfecha. Pero, surge la interrogante ¿cómo?, se divirtió y gozó de todos los placeres, tuvo una vida longeva, danzó con hechiceras, estafó a hombres eficaces, retó a las moderadas, platico con intelectuales famosos, amo a Helena, todo este cúmulo de evidencia no puede no satisfecho. Dejándose arrastrar por maligno ángel Mefistófeles, Fausto, estaba consciente, que una parte de sí mismo, permitía ser llevado por una turbulencia parecida a muchos otros, si como: “no pienses, no creas, disfruta, diviértete, goza a la máxima expresión tu propio cuerpo”.
En el caso de “Fausto” personaje que se enfrenta a las plegarias reflexivas de su propio placer y deseo ante las fuerzas del mal a cambio de juventud. La visión terrorífica y subliminal va acompañada de lo sensitivo del sufrimiento humano. El sacerdote emite el daño pero se autocastiga (Turcios) en el caso del “gato negro” (Poe) el personaje humano culmina siempre colgándolo indiferente. Sin ninguna complejidad de culpabilidad se orienta a la corporeización , al despliegue del alma de la materia corpórea. Igualmente, Turcios, diluye la instancia narracional que debe estar comprendida por el narrador y el narratorio, complementa de forma exhaustiva el productor y receptor ficticio que cavila en el discurso narrativo, donde la historia que cuenta, no contiene los elementos antes mencionados. Turcios, deja que el personaje pierda el rumbo o se desoriente en el nivel del discurso, que los resortes de la historia queden sostenidos por el plano verbal plegado de poesía. Lo que constituye una articulación desmesurada entre lo lingüístico y las unidades discursivas, aunque la historia misma del relato se deja contar, aunque se filtren fallas que impliquen una determinación de acierto estético.
La instancia narracional está conformada por la pareja narrador/narratario, productor y receptor ficticios del discurso narrativo mediante el cual se relata una historia. Diferentes tanto del escritor como del lector, en la medida en que se constituyen gracias a la articulación de condiciones lingüísticas y discursivas, existen solamente como estructuras textuales. Su análisis compete, en consecuencia, a la narratología, que debe rastrear en cada texto concreto los índices lingüísticos que los aluden.
Todo ello, se fecunda dentro de la percepción organicista de las fuerzas interiores. Turcios , solo las emite a través del showing, y Goethe junto con Poe, a través de una simbiosis de palabras y eventualidades. Por lo tanto, Turcios se quedaría en desaciertos de asimilación tramatica y evidenciando la superficialidad de sus capacidades narrativas. Evitó emitir complejidad y certeza en los cuentos, se podría decir que Turcios muestra el inicio o primeros intentos de escribir cuentos en Honduras a principios del siglo XX.

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