Hoy lo recordamos con una muestra de su poemario: De la Muerte al Amor. 2008.
Rony Bonilla
(1956, Nacaome) poeta, narrador y pintor
Ha publicado sus poemas la “Antología de jóvenes poetas del sur”, “El Otro Horizonte” en 1994.Cuento: “Atta”, publicado en 1996 por editorial Guaymuras. “Bajo el sol del Mediodía”,2002 editorial Guaymuras. Poesía: “De la Muerte al Amor”, editorial Guaymuras, 2008. Relato: “Hierba en el Muro” inédito. Ha publicado en “poesía hondureña en Resistencia”2009.
SANTUARIO.
Gatos caminan por el rostro de la noche.
El jazmín respira en los pulmones del féretro
y un niño solloza en la superficie del alba.
-Mama… ¿Dónde está?-
La tierra ruge al infinito su jardín de escasas flores,
y agridulces vientos descubren montículos de ecos lejanos
-Mama… ¿Dónde está?
Mientras,
yo revuelvo en mi leche hojuelas de sal
atrapado en destellos ahusados de las sombras.
PEQUEÑAS COSAS.
De un grano de sal
de un grano de arena
de un grano de azúcar
de la excipiente fe con su bullicio en los hombros
nace una oruga
Crecen mariposas
y el mundo revuela en el prado
cascada de hojarasca y verde luz.
¡Ah! ninfa transparente en la gota del bosque
Toma la mariposa de frágil vuelo
que vive en la cima de mi pecho.
Su aroma transpira el humor de mis campos
donde transitan espíritus nacientes en su húmeda sonrisa.
Atrapa sus colores en tus manos de arrullo;
guárdala en tu regazo con la densidad de su vida nuestra.
Del sol en las pequeñas cosas a nuestro pasó.
De nuestra lluvia y nuestro aliento,
nacen geranios en el patio.
El PUNTO DE LUZ
Hondo suspiro cabalgando en antorchas de fe.
Sollozo del alba al clamor de brillantes abejas,
ejecuta tu armónica divina que como plomada cae del cielo.
Que tiemblen mis fibras ambulantes en un punto sin nombre.
Espuma en la sima del mar, secuencia del espíritu primero
danza conmigo en el salón de las nubes;
levita al centro de tu rosa, testigo del vals soñado.
Derrama filomelas
trovadoras del encanto de la casa.
Transparencia de la existencia.
¡Ah! Trapecista en los dedos de Dios
juega en los hilos de tantas lunas
y con el cabello de tu madre junto al mío
eleva una trenza como barrilete a los vientos.
Tierna perfumada mañana
color de todas las cosas
cómo nos diviertes en la dignidad de la tarde.
ABROMARÍA
Cristalina escultura engendrada en la aridez de los cielos
luce tu corona de pétalos y el traje de secos helechos.
Camina sobre mi piel de espinas.
Escarba la tierra y toma mi dolor en tus manos;
empúñalo junto al calor del alma
y golpea los muros de negras nubes.
Avanza hacia el perfil de la roca y danza salerosa para los dioses.
Que rían y lloren para que la hoja asome y edifique nuestro oasis.
Mira crecer el pasto.
Escucha el canto de las aves
y ríe al ciervo que con su escalofrío quiebra el rocío.
Sembremos granos de colores que son música en el mundo.
LA MUERTE DEL SUEÑO
Duerme el cenzontle abrazado por la verde nube.
Sedas clavellinas besan la raíz de sus dedos
y el silencio taciturno guarda su mundo.
Vuela leve armonía de fuentes ambulantes.
La bruma abriga la incesante caída de rocío
en la espuma de las hojas
--la fortuna del cenzontle--
En la sequedad de la tarde,
el cuervo gira instrucciones a su columna de ángeles
y la batuta del maestro teje su música oscura.
Danza el bisturí vestido de sangre antigua,
se mueve como mariposa, romance del jardín
-sueña el cenzontle-
Primero diseccionan su garganta;
después, le cortan las alas y sacan los ojos
-plumas al aire; la música sigue-
Finalmente, como tortugas
Le comen el corazón de fibras verdes.
Yace el cenzontle enredado en las púas inventadas
porque quiso escapar.
DEL HOMBRE
Hijo del cayo de la tierra, cosecha de claveles y rosas;
zafiro y basalto en el umbral;
en tus manos, mis manos, está la vida y la muerte
--la muerte, estereotipo de la hazaña,
es la misma en la otra orilla—
El mar revienta golondrinas en los riscos;
como novia angustiada la muerte rumora en la arena.
Golpe a golpe, el eco del ciprés colma mi techo.
Entre la maleza gozan los peces su danza oscura.
Acicaladas manos tienden una copa de vino y vivo.
Empuño el lirio azul
Quiebro espejos del día y la lucidez del insecto.
Las plantas palpitan ases de sol;
Cabalga la vida de fruto en fruto
y sobre capullos, el amor hilvana voces de aves.
Inquietos colores abrazan los montes.
Colibríes hacen su fiesta en las corolas del mundo
y la pasión cuelga del manantial que gota agota arroba mi espíritu.
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